Esta temporada está siendo muy complicada para Guilherme Arana, que conoce la cara más cruda del fútbol. Después de un par de años despuntando en Atlético Mineiro, apuntaba a la convocatoria de la Selección Brasileña para el Mundial aunque no afrontara el torneo con la vitola de estrella. Tuvo que quedarse con las ganas porque, en un encuentro ante RB Bragantino, se rompió el ligamento cruzado posterior y colateral medial de la rodilla izquierda. También se desgarró el menisco y el cartílago medial.
A tan solo 3 meses de la cita de Catar entonces, lloró en la llamada teléfonica que mantuvo con Tite para confirmar que no iba a poder participar en el campeonato, que acabó con el triunfo de Argentina. Él, hasta verano de este año, no ha podido volver a saltar al terreno de juego y, de hecho, apenas ha gozado de protagonismo hasta que, en la jornada 15, fue expulsado por roja directa tras propinarle un codazo en la cara a un rival.
La acción sucedió en los compases finales de la visita de su equipo a Goiás, cuando el marcador, de 0-0, no infundía especial tensión a los jugadores más allá de que ninguno de los 2 conjuntos está destacando demasiado por su situación en la tabla. En primera instancia, el asunto se resolvió con tarjeta amarilla, pero el colegiado, aconsejado por sus compañeros de la sala VOR, corrigió su decisión y le mandó a las duchas al comprobar que había incurrido en una conducta violenta.
Esta es la primera expulsión en la carrera de Guilherme Arana, que afronta lo que resta de temporada con la necesidad de recomponerse. En tiempo récord, ha pasado de ser un candidato firme a la 'Canarinha' a ver la cartulina roja por primera vez en su carrera tras perder los nervios. Tiene contrato hasta 2024 en Mineiro y el club confía en él: le proveyó del entorno ideal para que se recuperara y empezara a disputar partidos cuanto antes. Ahora, depende de él reencontrarse.