Sergio Ramos vio la amarilla, la primera del partido, a los tres minutos de juego, cuando realizó una dura entrada sobre Leo Baptistao.
Cornellá clamó por que fuera roja, pero la entrada no era merecedora de tal castigo, y el encuentro acababa de comenzar.
Mediada la primera parte, Hernández Hernández perdonó al central de Camas de ver la segunda amonestación. Cometió una mano clarísima, pero el colegiado le indultó.
Ramos saltó a tapar un disparo y se cubrió la cara. El balón le impactó en la mano, pero el veterano central tiró de picardía y fingió haber recibido un balonazo en el rostro.
La repetición televisiva le dejó en evidencia. El balón no le dio en ningún momento en la cara, porque le dio claramente en la mano. Hubiera sido falta, porque estaba fuera del área, pero no hubiera podido evitar ver la segunda amarilla e irse a la calle.