La de Marta Da Silva es también una historia de superación de una futbolista que de la nada consigue, con trabajo y sacrificio, alcanzar las mayores cotas de éxito y reconocimiento internacional en el mundo del fútbol.
Está considerada la mejor futbolista de la historia, y su país, Brasil, está igual de orgulloso de Marta que de su mayor leyenda del fútbol mundial: 'O Rei' Pelé. Pero no siempre fue así allí.
Los inicios de Marta fueron difíciles, igual que en otros tantos casos de niños brasileños que nacen y crecen en barrios pobres y deprimidos de cualquier ciudad del extenso panorama geográfico brasileño.
En su ciudad natal, Dois Riachos, sus hermanos no querían que los vecinos vieran a su hermana jugando al fútbol. Era extraño y estaba mal visto que una niña jugara al deporte de los hombres. Los vecinos hablaban y comentaban a los padres de Marta lo improcedente que resultaba. Sus padres se avergonzaban de lo que hacía y le presionaban para que hiciese y jugase a cosas de niñas.
Una oportuna determinación
Ya de adolescente, con 14 años, decidió que era hora de cumplir su sueño. Con un billete de autobús afrontó los 2000 kilómetros de viaje que separaban su pueblo natal de rio de Janeiro para jugar con el Vasco de Gama.
Pasados los años, hay que agradecer a la futbolista brasileña no haber desperdiciado su enorme talento. Con 31 años es la máxima anotadora en un Mundial con 15 dianas, y ha ganado seis veces la liga sueca y dos la de Estados Unidos.
Con su selección nacional aún no ha conseguido vencer en un Mundial, pero dos platas olímpicas, dos Panamericanos y un subcampeonato mundial son enormes logros para un país en el que el fútbol femenino está denostado.
Pero además 'O Rainha' es la máxima goleadora de la 'Seleçao' con 103 goles en 102 partidos. Para poder entender la magnitud de lo que Marta significa en el fútbol brasileño, basta con recordar el año 2007 cuando durante los Panamericanos, Maracaná se llenó para ver a Marta y a Brasil en un partido de fútbol.