Lo tuvo claro Raúl Fernández cuando el delantero rival pisó el área sin oposición alguna. Se fue para él y lo arroyó sin pensárselo dos veces. Al árbitro no le quedó más remedio que señalar al punto de los once metros.
Pero el guardameta salvó a su equipo deteniendo el penalti con una gran estirada. Adivinó las intenciones del delantero y mantuvo el empate a falta de pocos minutos para que acabara el partido.
17 de febrero de 2018