Existe un gen reconocible en ciertos equipos que les permite no dar por perdido un partido nunca. El Betis lo tiene y, este domingo, lo explotó a la perfección, incluso en inferioridad numérica.
Y es que cuando dejas con vida a un equipo con tanta ambición, pasa lo que pasa... El Getafe firmó una primera mitad impecable, en su esplendor de juego, siendo muy pero muy superior a su rival.
De hecho, uno de los mejores jugadores del encuentro avisó a los cuatro minutos. Cucurella entró por la izquierda como una daga y Pedro por su casa. El calvario para Barragán fue real, aunque el palo le salvó de inicio.
Sería de penalti, no obstante, como se adelantaría el equipo azulón. Jaime Mata pilló el balón, lo posó en el suelo y lo mandó directamente a la escuadra de Joel. 0-1 y el Villamarín se impacientaba con razón.
Más nervioso se pondría con la expulsión de Carvalho a los 23 minutos. Una entrada abajo sobre Arambarri, que se iba solo, le costó la expulsión al portugués tras la actuación del VAR y un gran disgusto a Rubi.
Era el momento crítico del partido para el Betis, que se veía incapaz de superar la tremenda presión que había instaurado en campo rival José Bordalás. Jorge Molina y Mata dejaron escapar con vida al conjunto andaluz antes del descanso.
Tras la reanudación, Pedraza amenazó con velocidad y un disparo en la frontal. Poco a poco, el Betis iría ganando terreno para complicar la vida al Getafe. Bordalás pecó de confianza y se olvidó del ataque.
Borja Iglesias, desaparecido, pero Rubi supo actuar para dar entrada a Loren Morón. El marbellí cambió el encuentro con su intensidad, aunque luego se iría expulsado por un supuesto manotazo insuficiente para sobre Damián.
El mago Fekir aportó la magia necesaria para provocar un penalti y el profesor de Hogwarts Joaquín transformó la pena máxima con una brutal tranquilidad. Finalmente, premio de oro para el Betis; un chumbo de decepción para el Getafe.