No necesita Zlatan Ibrahimovic que sus disparos de falta sean obras de arte para que acaben en el fondo de la portería rival. Así lo demostró a los diez minutos del Genoa-Milan de este miércoles.
El delantero sueco asumió la responsabilidad de lanzar un golpe franco a unos 25 metros de la portería de los locales. Y eligió el palo izquierdo de Sirigu, en el que estaba la barrera, para su lanzamiento.
Ibra firmó un disparo que no se puede definir como espectacular: ni fue potente ni su colocación fue algo de otro mundo. Pero sí que fue efectivo, ya que significó el 0-1 de los 'rossoneri' en el encuentro.
Sirigu hizo la estatua cuando, posiblemente, la fuerza del disparo y la lejanía le daban alguna opción de reaccionar. Sin embargo, no lo hizo y el balón besó las redes a media altura.