Ambiente de gala en Huesca para recibir a un Rayo Vallecano que aún no sabía lo que era marcar. El Alcoraz se puso el mejor vestido para presenciar su primer partido en la élite del fútbol español, pero acabó llorando ante la entrada de Imbula.
Quizás por los nervios de una primera vez, quizás por el hecho de que el Rayo se veía con el agua en el cuello, el Huesca no demostró en los primeros minutos ser el enérgico equipo que fue capaz de vencer al Eibar, empatar en San Mamés y adelantarse en el Camp Nou.
Atenazado, fue el Rayo el que dispuso de las primeras ocasiones del encuentro. Raúl de Tomás, que se volvía a vestir con la camiseta franjirroja, envió el balón a la barrera. No quedó ahí el ariete, que perdonó el tanto en un fallo garrafal en el área chica. Sin esperarse el error rival, el delantero no fue capaz de empujar la pelota.
Quiso reaccionar el Huesca, que con Gallar en el banquillo fue menos explosivo que de costumbre. Lo intentó con Miramón por la derecha, pero no encontró a un amigo. También con una falta lateral, pero apareció Álex Moreno para anticiparse a Pulido.
Dominio local, gol visitante
Cuando mejor estaba el Huesca plantado sobre el verde de El Alcoraz fue cuando apareció el tanto del Rayo Vallecano. Imbula, estrenando camiseta y titularidad, lanzó un misil a la escuadra de un Werner que no pudo hacer más que lanzarse a intentar tocar la pelota, que acabó en las mallas.
El Huesca cayó cual púgil al cuadrilátero. El golpe seco recibido por el Rayo Vallecano le dejó sin aliento durante el resto de la primera mitad. El cuadro madrileño quiso aprovechar que su rival estaba noqueado para aumentar la diferencia, pero no terminó de encontrar a Raúl de Tomás.
Siguieron insistiendo los de Míchel al salir del vestuario. Tenían claro el plan. Aguardar atrás, tapando agujeros cuando el Huesca tuviese el balón y dominar a la contra. Así llegó una nueva ocasión madrileña, de nuevo con De Tomás como protagonista. Werner desbarató lo que fue el aviso rayista.
El VAR entra en escena
Quiso Raúl de Tomás estrenarse en Primera con el Rayo con un gol. Y así lo hizo. El cuadro madrileño sacó en corto un córner, Kakuta, sin oposición, centró al segundo palo, donde apareció el ariete para anotar.
Sin embargo, cuando ya lo estaba celebrando la valiente hinchada rayista que se acercó a Huesca, el colegiado consultó el VAR, miró la televisión, y pitó falta en ataque del atacante antes de marcar el segundo.
El Huesca reaccionó. El VAR tiene un efecto placebo en aquellos que lo sufren a favor y anestesiante en los que lo sufren en contra. Leo Franco fue al ataque e introdujo a Gallar y Cucho Hernández para ser más verticales.
La tuvo Chimy Ávila hasta en dos ocasiones. Imperdonable error el primero, a un metro de la portería en un lanzamiento que era más fácil meterlo que fallarlo. No pudo conectar después el testarazo a la portería de un Alberto García al que se le vio nervioso.
El Rayo supo sufrir en El Alcoraz. Se resguardó atrás y buscó de nuevo las contras. Sacó a Álex Alegría para retener el balón. Rozó el segundo en las botas de Advíncula antes de que el colegiado decretase el final del partido. El Rayo sonrió, salió del pozo y ya respira con tranquilidad.