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Josep Maria Bartomeu dimitió del Barça a lo grande. "La junta del club ha aprobado los requerimientos para poder participar en una futura Superliga Europea, un proyecto que impulsan los grandes clubes del fútbol en Europa", soltó por su boca, amenazando así con dinamitar los cimientos del fútbol continental. Su afirmación ha rescatado del baúl ese megaproyecto deportivo y económico latente entre las entidades más poderosas del Viejo Continente, ese que crearía un nuevo orden que no solo revolucionaría el negocio de la UEFA y su Champions, también los campeonatos domésticos. Analizamos el embrión de lo que podría suponer una transformación de grandes consecuencias.
La crisis financiera cosida a la sanitaria acelerará las gestiones para dar el último gran impulso a esta idea nacida en el seno de la ECA (Asociación de Clubes Europeos) para crear una supercompetición en Europa. En un principio, debía ser la evolución natural de la Champions League; ahora se vislumbra más como un torneo paralelo, lo cual derivaría en un nuevo ecosistema del fútbol. Hablamos de una liga cerrada cuyo formato aún está por pulir, pero que sería cerrado, muy similar al de la Euroliga de baloncesto. Con nuevas y más sugerentes vías de financiación y de corte más elitista. Sin duda, un torpedo a la línea de flotación de la UEFA, que perdería a los grandes exponentes de su gallina de los huevos de oro, la Champions League. Justo cuando se hablaba con más fuerza del cambio de la competición en la campaña 24-25 para hacerla más atractiva.
¿Cómo sería esa Superliga Europea? Ni siquiera está claro el nombre, aunque cada vez más se extiende el de European Premier League. Lo mismo sucede con el formato, del que han trascendido algunas pinceladas. Un grupo de 16-18 equipos (miembros de la ECA más algunos invitados por pujanza deportiva y/o económica) disputarían una fase regular durante varios meses rematada con unos ‘play off’ celebrados en sede única. Una liga de ligas que se nutriría de las cinco principales, LaLiga, Premier, Serie A, Bundesliga y Ligue 1, y que daría comienzo ya en septiembre de 2022. No faltarían los clubes que aglutinan más pasiones y habría un selecto sistema de ‘wild cards’ (invitaciones) para que los nuevos participantes mantuvieran el estatus del torneo. A futuro, la idea pasaría también por implementar ascensos y descensos.
En lo que sí parece que se ha avanzado bastante, y justo es lo que dota de seriedad al proyecto, es en su financiación. JP Morgan Chase, líder mundial en inversiones bancarias y la mayor institución de los Estados Unidos en la materia, ya habría accedido a inyectar 5.000 millones que dibujarían el nuevo maná para los clubes participantes. Liverpool y Manchester United, cuya gestión está en manos de capital norteamericano, habrían liderado esa intermediación. Su afán por revolucionar el actual marco futbolístico ya quedó claro con la iniciativa del ‘Big Picture’, tumbada por la Premier League y un nutrido grupo de clubes.
Ni que decir tiene que la idea aterra a las ligas, sabedoras de la gran capacidad adquisitiva que perderían como modelo de negocio, y la propia UEFA, como ya han dejado claro el jefe de la patronal en España, Javier Tebas y el mismísimo Aleksander Ceferin. Un proyecto de barra de bar de madrugada o un canto al aburrimiento son directamente las afirmaciones que han hecho ambos de una propuesta que ven inviable auspiciar. Un desdén en un principio respaldado por los clubes de clase media, que podrían perder para siempre el tren hacia un estatus superior, y los más humildes, quienes quedarían sepultados en la nadería financiera y deportiva.
Se avecina una batalla de egos interesante y una gran lucha de poder que va más allá de clubes y UEFA. La FIFA también tiene bastante que decir en este proceso. No en vano, las primeras impresiones reclutadas por la ECA son favorables, básicamente por entroncar con su gran proyecto: el remozado del Mundial de Clubes. El tira y afloja entre bambalinas de las dos grandes instituciones del fútbol amenaza con cambiar para siempre el deporte rey. Gianni Infantino se muestra favorable a la puesta en marcha de un torneo exclusivo, de élite y al alcance de un reducido puñado de clubes; la nobleza del continente, por así decirlo. La segunda teme que su principal activo, la Champions League, desaparezca tal y como la conocemos, si no por completo, pues perdería su razón de ser.
Así que ya se ha abierto un foro de debate público y privado sobre la conveniencia del nuevo modelo futbolístico continental. Eso sí, estas prisas por retomar la Superliga, cuyo embrión data ya desde finales de los 90 por el insaciable deseo de los clubes de obtener más dinero, son hijas de la necesidad de salir a flote de la recesión dibujada por la crisis de la pandemia. Los cálculos hablan de un incremento exponencial en los ingresos para los participantes. Teniendo en su regazo la gestión económica de la competición y con un formato liguero a ida y vuelta, serían meses de competición haciendo caja y creando el marco perfecto para un rescate financiero. Pero no para todos, obviamente.
La idea de este cambio, por tanto, deja muchas preguntas en el aire. ¿Podrá más la fuerza de los poderosos o la mayoría modesta del fútbol? ¿Salvaría la industria del balón o la polarizaría más aún? ¿Cómo acabarán las tensiones FIFA-UEFA? ¿Qué operadores televisivos lo acercarían al gran público y en qué condiciones? ¿Actuará cada Liga de modo individual o harán frente común contra la Superliga? ¿Con qué árbitros se disputaría si Ceferin se cierra en banda? ¿Cómo sería la coexistencia de las competiciones domésticas con esta de élite? ¿Hasta qué límite se devaluarían las continentales? ¿Cómo afectaría a la saturación del calendario tan demonizada por los actores del fútbol? ¿A través de qué manera se articularía tamaño torneo si aún no hay certezas sobre la vuelta del público a los estadios y de la normalidad sanitaria? ¿Tendría el efecto rebote de crear un empacho en la parrilla televisiva?
La evolución de las competiciones
Millones de niños -y no tan niños- del mundo comparten un mismo sueño: ¿quién no se ha visto a sí mismo o a sí misma alzando la Champions al cielo, en mitad de una lluvia de confeti, portando el brazalete de capitán? Una ambición que apenas un puñado de privilegiados ha podido hacer realidad.
La cantidad de factores que entraron en juego para que Manuel Neuer recibiese el ansiado trofeo de manos de Aleksander Ceferin en Lisboa son incalculables. Desde el día de su nacimiento hasta ese preciso instante, el alemán tomó infinidad de decisiones que le ayudaron a conseguirlo. Una de ellas, cómo no, fue fichar por el Bayern de Múnich. Sobra decir que las probabilidades de colgarse al cuello una medalla de campeón de la Liga de Campeones se reducen considerablemente según el equipo para el que uno juegue. Pocos han sido los que han conquistado títulos defendiendo los colores del club de su vida; especialmente si este no contaba con un ‘background’ importante.
Si hablamos de la Champions League, la primera entidad que se nos viene a la mente es el Real Madrid. Con 13 títulos en su palmarés, es el rey absoluto de la competición desde que era la Copa de Europa, madre del formato nacido en 1992. No es de extrañar, por tanto, que tres de los hombres con más victorias sean Paco Gento (6), Alfredo Di Stéfano (5) y Cristiano Ronaldo (5). Todos ellos leyendas blancas que elevaron a inalcanzable el estatus del equipo español, pues su principal perseguidor, el Milan, ‘solo’ ostenta 7. Le siguen de cerca Bayern de Múnich, vigente campeón, y el Liverpool, con 6. Otro equipo español, el Barcelona, cierra el ‘top 5’ precisamente con 5 ‘orejonas’. A las nuevas generaciones les sorprenderá, probablemente, que el siguiente equipo de la lista sea el Ajax de Ámsterdam (4).
Con el paso de los años y, en especial durante el siglo XXI, la democratización del balompié continental se ha visto alterada. De un tiempo a esta parte, rara es la vez que un equipo que no pertenezca a las cinco grandes ligas llegue a las últimas rondas de la Champions. La mayoría de ellos, como los neerlandeses, se ven obligados a superar agotadores cruces antes de poder asegurar siquiera su presencia en la fase de grupos.
En la temporada 2018-19, los ilusionantes chicos del Ajax llegaron a semifinales y solo un gol agónico en el tiempo de prolongación les privó de verse las caras con el Liverpool en la gran final de Madrid. Pese a ser el sexto equipo con más trofeos, se le colgó la etiqueta de revelación. No en vano, era lo más lejos que llegaba el Ajax en Champions desde 1997; un año después de su último título.
Al menos los de Ámsterdam, finalistas de la Europa League en 2017, realizan apariciones estelares en el continente de cuando en cuando. Pero será muy difícil volver a ver, por ejemplo, al Nottingham Forest (2), el primero en conquistar la Copa de Europa sin ser campeón de su país, en una fase final. Especialmente con la sonada reforma del torneo a partir de 2024.
Otros grandes del continente, como Inter de Milán (3), Manchester United (3), Juventus (2) o Chelsea (1) llevan varias temporadas luchando por volver a saborear las mieles de un éxito del que nadie se cansa. La presencia de los grandes equipos portugueses como Oporto (2) y Benfica (2), estos últimos ‘gafados’ por Béla Guttman, es cada vez menor.
De hecho, la Europa League se ha convertido en el nuevo reducto favorito de los antiguos campeones continentales. Aquellos que, por unas circunstancias u otras, han perdido protagonismo fuera de sus fronteras. También el de los eternos aspirantes a algo más, entre los que se encuentran el Atlético de Madrid (3), tres veces finalista de la Champions, el Valencia (2), que lo fue dos, y el Sevilla (6), dominador indiscutible del torneo.
Una competición esta con la que Liverpool (3), Juventus (3), Inter (3), Chelsea (2) e, incluso el Real Madrid (2), hallaron consuelo en épocas de menor lustre, y en la que Tottenham (2), Feyenoord (2), Borussia Mönchengladbach (2) u Oporto (2), algunos con más acierto que otros, sembraron la semilla de la grandeza. Lejos quedan ya en la memoria de los aficionados las victorias del Göteborg (2) o el indomable Parma (2) de ‘Gigi’ Buffon.
Por suerte para quienes adornen sus vitrinas con el ‘paragüero’, la UEFA les premia desde hace poco con un billete directo a la fase de grupos de la Champions League, que se une a la posibilidad siempre interesante de disputarle la Supercopa de Europa al gran campeón. Este trofeo, cuya disputa sirve para dar el pistoletazo de salida a la temporada en Europa, es una constante en los museos de Milan (5), Barcelona (5), Liverpool (4) y el Ajax (3), que tiene en cuenta su título obtenido en 1972 pese a que la UEFA no reconoce esta edición. Llama poderosamente la atención que el Real Madrid solo posea 4, pero, por lo general y salvo leves excepciones, ha ido a parar casi siempre a manos del favorito.
De los primeros que desafiaron el ‘status quo’ fue el Anderlecht (2) en los 70. Otro en conseguirlo fue el Valencia (2). Ambos pueden presumir de haber superado los pronósticos y haberse llevado la Supercopa a casa pese a ser los campeones de la segunda competición continental. En el caso de los belgas, lo fueron de la Recopa de Europa. Una de ellas da esplendor a las vitrinas de Mestalla también.
Esta extinta competición fue la predecesora de la Copa de la UEFA -hoy en día, Europa League- y cuenta entre sus vencedores con un Dinamo de Kiev (2) tres veces semifinalista de la Copa de Europa. No obstante, el Barcelona (4) quedará ya para siempre el indiscutible dominador de la Recopa, por delante también de Milan (2) o Chelsea (2).
Aunque sus logros en la Liga de Campeones distan mucho, muchísimo, de los de su eterno rival, los ‘culés’ pueden presumir de ser el club que más veces ha ganado tres de las seis competiciones europeas existentes o extintas, incluyendo la Copa de Ferias, de la que ostentan tres títulos -más un cuarto en una edición especial-, por delante del Valencia (2) y un Leeds United (2) que, de la mano de Marcelo Bielsa, se ha abonado a soñar con volver a viajar por el continente.
A partir del próximo curso, se pondrá en marcha la Conference League, la tercera competición de clubes. Sin embargo, desde 1995 hasta 2008 existió la Copa Intertoto, un pequeño campeonato estival que constaba de tres rondas previas de las que derivaban tres finales, cada una de ellas con un billete directo para la Copa de la UEFA en liza.
El daño deportivo y económico
Es fácil pensar que una nueva Superliga generará un terremoto económico y financiero en el resto de campeonatos, continentales y domésticos. Sí es complejo medir en este momento las consecuencias en términos tangibles debido a lo embrionario de este nuevo modelo en ciernes: contratos televisivos, publicitarios, activaciones, marketing digital, entradas y abonos (¿habrá público para entonces que pueda poblar toda la grada?)... Múltiples factores que intervienen en la salud monetaria de este deporte quedan en el aire, aunque se pueden hacer algunas estimaciones partiendo de dos de los indicadores que utiliza ProFootballDB para parametrizar el fútbol: el ELO y el valor de mercado.
Del ELO hemos hablado con frecuencia. Se calcula teniendo en cuenta variables como la dificultad de los compromisos, rivales, competiciones, impactos en momentos de máxima presión, goles y asistencias decisivas, jugadas clave, contribución ofensiva y defensiva... A más ELO, más nivel de un futbolista. El ELO de un equipo, pues, se cifra a través de sus jugadores. Este valor premia la regularidad y el rendimiento sostenido, aunque se revise y actualice de forma continuada. El ELO, legado del ajedrez, es un sistema que también castiga la derrota para premiar al vencedor. Hace tiempo que la FIFA ha adaptado el ELO a sus clasificaciones particulares como un indicador de nivel.
La instauración del fútbol contemporáneo ('fútbol moderno' con connotación negativa, para algunos) trajo consigo el valor de mercado. El algoritmo de ProFootballDB para cuantificar a profesionales atiende a criterios como la edad del jugador, la duración y el tipo del contrato, si su liga sigue en juego o no, por supuesto el rendimiento y su influencia particular en encuentros y general del equipo; también se ponen sobre la balanza asuntos como la reputación del futbolista y su impacto mediático y publicitario. Nada queda al alzar para el valor de mercado, que tiene en la actualidad a Kylian Mbappé como su producto más codiciado: 210,8 millones de euros sería su su precio de salida.
Con el ELO en una mano y el valor de mercado en la otra, se han estudiado cómo se encuentran las grandes ligas de Europa hoy día y cómo serían las mismas de perder a sus principales activos. De forma concreta: qué nivel y qué precio tendría un campeonato nacional como, por ejemplo la Premier League, si el 'Big six' tuviera que apearse de la misma para poder disputar el gran campeonato supracontinental que los jerarcas del fútbol andan diseñando. ¿Y qué valores alcanzaría esa Superliga? ¿Y cuál sería la configuración de la misma si la organización atendiera al ELO? Hay datos interesantes.
LaLiga, por ejemplo, valdría solamente algo más de la mitad de lo que vale ahora sin Barcelona, Madrid y Atlético. El campeonato de Primera División suma 5.601 millones y se quedaría en un valor de mercado de 3.254,7 si no participaran los tres grandes. El ELO quedaría rebajado al 74,6, ahora muestra un 77,7. Su mejor futbolista sería Mikel Oyarzabal (Real Sociedad). Jesús Navas (Sevilla), Iago Aspas (Celta) y Gerard Moreno (Villarreal) seguirían al delantero internacional 'txuri-urdin'. Estos cuatro nombres son los únicos del 'top 20' que no pertenecen al selecto club que formarían azulgranas, blancos y rojiblancos.
Esto ocurre en España y la tendencia es generalizada para con el resto, aunque más acentuadas en algunos casos. La Premier League sufriría un socavón terrorífico de no contar con Manchester United, Manchester City, Liverpool, Chelsea, Arsenal y Tottenham en su calendario y organigrama. Primero, porque son los anglosajones los concursantes preponderantes en la competición que se prepara. También porque es la Premier es en la actualidad el polo que atrae más talento, espectadores e inversiones. A día de hoy, la traducción monetaria del campeonato es de casi mil millones. 9.884,1 millones computan los equipos que en el curso 20-21 forman parte de la Premier League. Sin el 'Big six' que integran los clubes arriba mencionados, el ELO de la primera división del balompié británico casi seis puntos, la reducción más sensible de todas las ligas 'top' de Europa. El futbolista de mayor 'rating' pasaría a ser Raúl Jiménez, de los Wolves, y el segundo, Rui Patricio, también de los Wolves.
La Serie A padecería una erosión parecida a la de LaLiga, aunque no tanto a nivel individual, pues seis futbolistas que permanecen en el 'top 20' de jugadores según el ELO se quedarían. Todos ellos repartidos entre Lazio y Atalanta, como son Ciro Immobile, Papu Gómez, Sergej Milinkovic-Savic, Duván Zapata, Remo Freuler, Hans Hateboer.
En Alemania la tendencia es parecida, con un valor de mercado que pasaría de los 5.176,4 millones de ahora a 3.883 del hipotético escenario. Si en Italia el ELO promedio del campeonato baja cuatro puntos, en Bundesliga el recorte sería de 2,7 puntos.
La Ligue 1 padecería menos debido a que los principales activos los tiene el Paris Saint-Germain y ni Olympique de Lyon ni Marsella, mencionados como posibles candidatos, viven un momento especialmente boyante en lo deportivo e institucional. Y eso que concentra a dos semifinalistas de Champions, seguramente hecho motivado en parte por lo imprevisible que se volvió la competición por la crisis del COVID-19. En cualquier caso, un vistazo a la imagen que acompaña al texto correspondiente al campeonato galo evidencia que igualmente habría una pérdida de calidad. El futbolista más valioso pasaría a ser José Fonte, defensa luso del Lille de 36 años, todavía campeón continental de selecciones al conquistar la Euro 2016 con Portugal.
Conste que este análisis es producto de la aproximación y estimaciones en base a las cifras que hoy se tienen y que seguramente variarán con el desarrollo de los acontecimientos. Es previsible que una Superliga Europea hará más poderosos a los que ya lo son y menguará las posibilidades del resto, que es el gran temor de numerosos dirigentes. Ya pasa en el basket europeo después de que la Euroliga y la FIBA rompieran relaciones. La brecha se hace grande. Comparen cómo acabarían estos campeonatos en caso de producirse este trasvase y cómo sería la megacompetición: de salir adelante el proyecto, el torneo podría rozar un valor de 15.000 millones. En los cálculos se tienen en cuenta 20 clubes aspirantes, aunque las primeras previsiones señalan que los participantes van de 16 a 18 equipos. En cualquier caso, superaría de forma holgada los 9.884 millones que representa ahora la Premier League. Es en el ELO donde cobra mayor pujanza esta Superliga de reunir a los futbolistas más importantes: el promedio sería del 90,6, cuando en la actualidad ningún campeonato ni llega a los 80 puntos de media.
Asimismo, según el ELO, Sevilla, Valencia y Lazio entrarían en los aspirantes. Por historia, títulos y tradición, lo son, desde luego. Por valor de mercado, Leicester y Everton se unirían a los andaluces en ese 'top 20' de clubes que pretende revolucionar el fútbol tal y como está concebido hoy día.
¿Qué se dice de la Superliga?
La renovación que está en marcha
Independientemente de en qué quede este amago de revolución, sobre la mesa de UEFA y FIFA ya hay planeados unos cambios que pasan por remozar los formatos de sus competiciones estrella, así como la creación de una nueva: la UEFA Conference League a partir de la próxima campaña.
La nueva Champions League
A la espera de nuevos acontecimientos, a día de hoy se barajan nuevos escenarios para modernizar el concepto de la Liga de Campeones a partir de la temporada 2024-25, incluso varios de ellos compatibles entre sí, según han ido revelando distintos medios de comunicación. Pero todo hay que cogerlo con pinzas dado que aún hay varios años por delante. Uno de ellos pasaría por repartir a los 32 equipos en cuatro grupos de ocho y no al revés, como hasta ahora. Ello aseguraría un mínimo de 14 partidos y un máximo de 21 a los participantes, es decir, mayores ingresos en derechos televisivos. En la actualidad, el viaje más largo entre la fase de grupos y la final consta de 13 encuentros.
Asimismo, se contempla que los colistas y los perdedores de estos ‘play off’ desciendan a la fase final de la Europa League, lo que significa que solo habrá ocho equipos ‘nuevos’ en la siguiente edición: los cuatro semifinalistas del segundo torneo continental de la temporada en curso y los cuatro ganadores de unos nuevos ‘play off’ que se disputarán entre los campeones de liga de las federaciones europeas.
‘L’Équipe’ llegó a detallar que los cinco primeros clasificados de cada grupo asegurarían -he aquí la primera novedad- su presencia en la siguiente edición del torneo, independientemente de sus méritos ligueros. Otras cuatro plazas se repartirían entre los sextos y séptimos, que tendrían que enfrentarse entre sí en una repesca. En total, 24 plazas de 32 se pondrían en disputa en la misma Champions.
Otra idea pasa por repetir la fórmula de ‘Final a 8’ en sede única con la que se improvisó la última resolución por la crisis sanitaria. A Ceferin le gustó la idea y públicamente valoró la posibilidad de incorporarla al formato oficial. Además, podría ser complementaria a la anteriormente desarrollada. Dinamizar la ronda final también podría pasar por retomar la segunda liguilla, como ocurrió entre 1999 y 2003. Este plan igualmente está sobre la mesa, y vendría a sustituir la ronda de octavos de final.
De las cuatro reformas que han trascendido, una de ellas implicaría incrementar la participación inicial de equipos de 32 a 36. Estos quedarían divididos en seis grupos de seis. Los dos primeros clasificados de cada uno ellos se harían con su pasaje para los octavos de final, que quedarían definidos completamente con la adición de los cuatro mejores terceros de toda esa fase regular.
La UEFA Conference League
A partir de la próxima temporada entrará en vigor esta nueva competición, la tercera en el escalafón continental. En cierto modo, será un calco de su hermana mediana, la Europa League. En ambas participarán 32 equipos de al menos 34 federaciones y se disputarán en las mismas fechas. El ganador obtendrá plaza directa en la siguiente edición del torneo inmediatamente superior. Su fecha de inicio está prevista para el 14 de septiembre de 2021.
El rasgo que la distingue principalmente es que ningún equipo podrá clasificarse de forma directa vía liguera. El reparto de plazas establecido por la UEFA es el siguiente: 22 procedentes de las rondas previas (17 de la principal y cinco desde la ruta de los campeones) y diez equipos eliminados en los ‘play off’ de la Europa League.
En este formato, los ocho campeones de grupo accederán a octavos de final. Previamente, los subcampeones se jugarán las ocho plazas restantes con los terceros clasificados de la fase de grupos de la Europa League. En total, habría 141 encuentros en un plazo de 15 semanas.
Retoques estos claramente encaminados a compensar, que no a contentar, a la clase media del balompié europeo; la misma que, si ni FIFA ni UEFA dan marcha atrás en sus hojas de ruta, parece condenada a convertirse en un mero espectador de una Superliga cerrada a cal y canto o una Liga de Campeones abierta a un selecto grupo de privilegiados.
El Mundial de Clubes que viene
Estaba previsto que en el verano de 2021 -concretamente, entre el 17 de junio y el 4 de julio-, 24 clubes y no ocho se dieran cita en el Mundial de Clubes, cuya primera sede será China. El aplazamiento de la Eurocopa y la Copa América postergará también su celebración hasta 2022, cita para la cual todavía quedan dos plazas por cubrir. Se disputará cada cuatro años, como el Mundial de selecciones, y así no coincidirá, en principio, con ningún gran torneo internacional (retomará en el calendario el hueco de la extinta Copa Confederaciones).
Este nuevo formato enfrentará a un club del país anfitrión, como ya ocurría, y los campeones de las dos máximas competiciones de cada confederación de las cuatro temporadas anteriores. En Europa ya están clasificados Real Madrid, Liverpool, Atlético de Madrid, Chelsea, Bayern y Sevilla. Restaría por conocerse a los vencedores de las presentes Champions League y Europa League. Si alguno repite título, dejaría una plaza libre.
En este caso, las vacantes se asignarían a las escuadras con mejor puntuación en el ranking continental. La fórmula se repetiría en Asia (3 plazas), África (3), América del Norte (3), América del Sur (6) y Oceanía (1). Tan solo por participar, todos estos equipos ya se han asegurado ingresar 20 millones de euros, aunque sus emolumentos podrían ascender hasta 100 en función de las victorias que logren y las rondas que superen. He ahí el gran cambio cualitativo de esta competición.
Los participantes se distribuirán en ocho grupos de tres equipos previo paso a los cuartos de final. Las rondas eliminatorias serán a partido único. Esta ampliación cuenta con la oposición de la Asociación de Clubes Europeos (ECA) y el firme respaldo, cómo no, de Gianni Infantino. Un conflicto de intereses de difícil con encaje con la Superliga Europea.