Es modesto. Es fútbol de barro. El más auténtico. El que no vive en el circo mediático y que suele tener más foco cuando se producen episodios deleznables. Sin sueldos millonarios, con 'currantes' seudoanónimos y pluriempleados. Y está a punto de vivir una súbita transformación. El coronavirus asestó una puñalada a unos clubes de frágil economía y leves apoyos que originó la paralización de descensos. La consecuencia es que en la temporada 21-22 habrá una nueva categoría y otras se verán remozadas. Así que la que arranca el 18 de octubre será una campaña bisagra, con difícil encaje y complejo formato que tratamos de desgranar en este informe.
499 equipos afrontarán un año crucial, el que dirá adiós a Segunda B y Tercera División y modelará la transición hacia la nueva división, la en un principio bautizada como Segunda B Pro y ahora renombrada a Primera División RFEF. Primera División (Liga Santander), Segunda División (Liga SmartBank), Primera RFEF, Segunda RFEF y Tercera RFEF, así quedará la jerarquía con las nuevas nomenclaturas.
Será la historia quien vaya diciendo si el cambio será para mejor y nos irá dejando nuevas claves. A bote pronto, la nueva Primera RFEF se antoja como un desahogo ante tanto excedente de históricos en la categoría de plata, también como un punto de inflexión de ambición y economía para los clubes, pues de ahí para abajo quedará más acusado el contraste con las categorías inferiores.
La campaña 20-21, por tanto, hará de 'pole position' para el nuevo mapa futbolístico no profesional. Aunque desde escalones financieros diferentes, todos los clubes de las categorías modestas comparten las dudas y preguntas sobre la dimensión del cambio que crearán entre todos en cuanto el balón eche a rodar. Los ascensos y descensos serán más a doble o nada que nunca en la ambiciosa reforma bocetada por la Federación Española de Fútbol.
Los ideólogos del formato para la metamorfosis tanto en Segunda División B como en Tercera sudaron la gota gorda. Cada una de las divisiones constará de una Liga Regular, una segunda fase para ir encauzando a los integrantes en una u otra de las nuevas categorías y unas eliminatorias de ascenso y descenso finales y definitivas. El entramado es mucho más complicado de cómo suena. Eso sí, dejará una gran ventaja: ni uno solo de los más de medio centenar de participantes se quedará sin objetivos en la fase regular, por lo que presumiblemente habrá una competición más limpia, una de las grandes obsesiones de la Federación en el fútbol modesto.
En Segunda B, por ejemplo, tendremos cinco grupos, uno más de lo acostumbrado, para dar cabida a los 102 equipos que dejó como tapón la ausencia de descensos por los efectos del COVID-19. Tanto el 2 como el 3 serán los que alberguen a 21 clubes. Además, con la novedad de la división en subgrupos durante la competición. Aquí al menos ya hay calendario cerrado.
En Tercera aún andan perfilando todos los detalles. De hecho, si no se conocen las jornadas de manera definitiva es por los arduos debates sobre la división de los subgrupos. Cada región debe decidir si acogerse al sistema de cremallera (ordenados según la clasificación del año anterior) o cercanía (por proximidad geográfica). Algunas ya lo hicieron. Habrá 18 grupos, aunque con un reparto asimétrico para dar cobijo a los 397 integrantes. Habrá cinco de 21 equipos (II, VI, IX, X y XI), nueve de 22 (III, IV, V, XIII, XIV, XV, XVI, XVII y XVIII), dos de 23 (VII y VIII) y dos de 24 (I y XVII). El canario (XII) aún está en el aire.
Lo que no cambia un ápice es el miedo al coronavirus, que golpea más fuerte en los estadios más humildes, como ya quedó claro en la anterior temporada interruptus. De nada valdrá el nuevo sistema si la crisis sanitaria aparece con una segunda oleada. No hay economía para pruebas PCR, ni plantillas profundas con las que afrontar potenciales cuarentenas. El complejo formato de transformación también deberá pasar esa prueba, y para ello decidió dar luz verde a algunas novedades como la posibilidad de hacer cinco cambios en tres tandas durante el encuentro y poder contar con nueve suplentes en el banquillo, más otra adicional en las prórrogas cuando estas hagan acto de presencia a partir de la segunda fase de competición.
Para consultar la versión del informe en PDF, aquí
Así será la Segunda División B 20-21
La competición de la última edición de la categoría de bronce entendida como tal arrancará el próximo 18 de octubre, contará con 102 equipos divididos en cinco grupos y constará de tres fases: Liga Regular, Segunda Fase y 'play off' de ascenso a Segunda División.
LIGA REGULAR
Después de la reestructuración que hubo que realizar por la interrupción de la temporada 19-20, tres de los cinco grupos contarán con 20 equipos; los otros dos (se determinó que fueran el segundo y el tercero), con 21. Cada uno se divide en dos subgrupos, A y B, y en cada uno de ellos sus integrantes jugarán unos contra otros en partidos a doble vuelta mediante el habitual sistema de puntos. Al final de las 18 o 22 jornadas (según cada grupo), habrá terminado la primera fase. En función de la clasificación final, jugarán por objetivos más o menos ambiciosos.
SEGUNDA FASE
La segunda fase se dividirá, a su vez, en otras tres específicas. En la primera, llamada subgrupo C o Segunda Fase para Segunda División, estarán los tres primeros clasificados de cada subgrupo A y B. Es decir, un total de 30 equipos repartidos de nuevo en cinco grupos. Los tres clasificados de cada subgrupo A jugarán contra los tres clasificados de cada subgrupo B en formato de ida y vuelta. Además, arrastrarán los puntos de la primera fase. En aquellos subgrupos con un club más se creará un coeficiente para igualar.
Una vez disputadas las seis jornadas, los tres primeros de cada grupo y el mejor cuarto (o sea, un total de 16) se clasificarán para la disputa del 'play off' de ascenso a la Segunda División (esta será la tercera fase). Los 14 restantes automáticamente pasarán a formar parte de la nueva categoría Primera División RFEF que entrará en vigor en la temporada 21-22.
En la segunda de esas subfases, llamada subgrupo D o Segunda Fase para Primera División RFEF, estarán los participantes que quedaron clasificados entre la cuarta y sexta posición (hasta la séptima en los subgrupos de once equipos) de cada subgrupo A y B de la Liga Regular. Es decir, un total de 32 equipos repartidos de nuevo en cinco grupos. Los tres clasificados de cada subgrupo A (cuatro en el caso de dos de ellos) jugarán contra los tres clasificados de cada subgrupo B en formato de ida y vuelta. Además, arrastrarán los puntos de la primera fase. En aquellos subgrupos con un club más se creará un coeficiente para igualar.
Una vez disputadas las ocho jornadas, los dos primeros de cada grupo (o sea, un total de 10) se clasificarán directamente para integrar la Primera División RFEF en la campaña siguiente. Los 22 restantes automáticamente pasarán a formar parte en la temporada 21-22 de la nueva categoría Segunda División RFEF.
En la tercera de esas subfases, llamada subgrupo E o Segunda Fase por la permanencia, estarán los cuatro últimos clasificados de cada subgrupo A y B. Es decir, un total de 20 equipos repartidos de nuevo en cinco grupos. Los tres clasificados de cada subgrupo A jugarán contra los tres clasificados de cada subgrupo B en formato de ida y vuelta. Además, arrastrarán los puntos de la primera fase. En aquellos subgrupos con un club más se creará un coeficiente para igualar.
Una vez disputadas las ocho jornadas, los dos primeros de cada grupo y los cuatro mejores terceros (o sea, un total de 14) conseguirán la permanencia para integrar la Segunda División RFEF la campaña siguiente. Los seis restantes, los cinco últimos de cada grupo y el peor tercero, descenderán a la nueva categoría Tercera División RFEF.
TERCERA FASE
En cuanto al 'play off' de ascenso a Segunda División, se disputará en una sede única mediante sistema de dos eliminatorias a partido único. En la primera, los enfrentamientos de los 16 clubes se ordenarán por mejor y peor clasificación y se evitará, en la medida de lo posible, que haya duelos entre equipos que hubieran pertenecido al mismo grupo inicial. En la siguiente, los cuatro vencedores subirán a Segunda División; los demás, pasarán a formar parte de la nueva Primera División RFEF, que contará con un total de 36 conjuntos en su estreno en la campaña 21-22.
Si se registra empate al término de los 90 minutos en las eliminatorias, habrá prórroga. Si persiste al término de esta, obtendrá el pase el equipo mejor clasificado en la segunda fase. Si los dos equipos enfrentados hubieran acabado en la misma posición, se iría a la tanda de penaltis.
Así será la Tercera División 20-21
La competición también arrancará el próximo 18 de octubre, contará con 397 equipos divididos en 18 grupos y constará igualmente de tres fases: Liga Regular, Segunda Fase y Fase Final de Eliminatorias a Segunda RFEF / 'Play off' de ascenso a Segunda División RFEF.
Aquí la peculiaridad es que hasta solo una semana antes no se sabrá la distribución definitiva de los grupos, puesto que el grupo canario está pendiente de una eliminatoria para fijar su composición final.
LIGA REGULAR
En función del número de integrantes (de 21 a 24), cada uno de los 18 grupos se dividirá en dos subgrupos, A y B, de entre diez y doce equipos, y en cada uno de ellos jugarán entre ellos en partidos a doble vuelta mediante el habitual sistema de puntos. Al final de las 18 o 22 jornadas (según grupo), habrá terminado la primera fase.
SEGUNDA FASE
La segunda fase se dividirá en tres específicas. En la primera, llamada subgrupo C o Segunda Fase para Segunda RFEF, estarán los tres primeros clasificados de cada subgrupo A y B. Es decir, 108 equipos repartidos en 18 grupos. Los tres clasificados de cada subgrupo A jugarán con los tres clasificados de cada subgrupo B en formato de ida y vuelta. Se arrastrarán los puntos de la primera fase.
Una vez disputadas las seis jornadas, los dos primeros de cada grupo (36) se clasificarán para jugar en la Segunda RFEF la próxima temporada. El resto (72) automáticamente pasará a disputar la Fase Final de Eliminatorias a Segunda RFEF / 'Play off' de ascenso a Segunda RFEF (tercera fase).
En la segunda de esas subfases, llamada subgrupo D o Fase por el Play Off de Ascenso a Segunda División RFEF, estarán los los que quedaron entre la cuarta y sexta posición de cada subgrupo A y B. Es decir, un total de 108 equipos repartidos de nuevo en 18 grupos.
Los tres clasificados de cada subgrupo A jugarán contra los tres clasificados de cada subgrupo B en formato de ida y vuelta. Además, arrastrarán los puntos de la primera fase. Una vez disputadas las seis jornadas, los dos dos primeros de cada grupo (o sea, un total de 36) se clasificarán directamente para disputar la Fase Final de Eliminatorias a Segunda RFEF / 'Play off' de ascenso a Segunda RFEF. Los 72 equipos restantes automáticamente pasarán a formar parte en la temporada 21-22 de la nueva categoría Tercera División RFEF.
En la tercera de esas subfases, llamada subgrupo E o Fase por la Permanencia en Tercera División RFEF, estarán los clasificados desde la séptima a la última posición de cada subgrupo A y B, y el total de equipos estará repartido de nuevo en 18 grupos. Los clasificados de cada subgrupo A jugarán contra los clasificados de cada subgrupo B en formato de ida y vuelta. Una vez más, se arrastrarán los puntos de la primera fase.
Toda vez que se hayan completado las diez jornadas (en los grupos de 21 y 22 clubes) o doce (en aquellos grupos de 23 o 24 clubes), los cuatro primeros de cada grupo conseguirán la permanencia para integrar la Tercera División RFEF. El resto descenderá a sus respectivas categorías territoriales. Aquí cabe precisar, por la asimétrica distribución de los grupos, que la Federación Española de Fútbol determinó que habrá cinco descensos en los grupos de 21 equipos, seis en los de 22, siete en los de 23 y ocho en los de 24.
TERCERA FASE
En cuanto a la Fase Final de Ascenso a Segunda División RFEF / 'Play off' de Ascenso a Segunda División RFEF, participarán aquellos clasificados en tercera, cuarta, quinta y sexta posición de los grupos C contra los clasificados en primera, segunda (séptima y octava) posición de los grupos D.
El formato de competición se establece a través de sistema de eliminatorias de cuartos de final, semifinales y final a partido único y en las que ejercerá como local el mejor clasificado.
Habrá una fase final por cada uno de los 18 grupos de la categoría y el vencedor de cada una de ellas será quien logre ascender a la venidera Segunda División RFEF. Estos se unirán a los 36 equipos que ya habían logrado el ascenso directo, por lo que en total habrá 54 ascensos, tres por cada uno de los 18 grupos que conforman la actual Tercera División.
El mapa de la Segunda División B 20-21
Una pandemia ha cambiado el mundo, qué no iba a hacer con el fútbol. Sus formatos, premios, normas, hasta la forma de competir experimenta cambios debido a la crisis del coronavirus. La Segunda División B ha ampliado su espectro para reconfigurarse bajo otra denominación dentro de un año. Lo mismo ocurre con Tercera. Dos categorías que ya preparan su cierre aunque a ambas les queda una campaña de enjundia antes de la liquidación definitiva. Hay cierta coincidencia en un aspecto: la emoción, ya sea por arriba o por abajo, está asegurada.
En Segunda División B, la Federación Española de Fútbol ha tenido que hacer encaje de bolillos para resolver el complejo puzle que había dejado la supresión de los descensos por culpa de COVID-19. La primera respuesta fue ampliar la división con un grupo más, cinco en total. Para no asfixiar a las plantillas en lo deportivo y a los clubes en lo económico, se ha procedido a la disgregación de esos cinco en otros dos, para obtener una decena de subgrupos. A esto hay que añadir que cuatro clubes, como son Lealtad, Alcoyano, Marino y Linares, obtuvieron el salto de categoría debido a la imposibilidad de encontrar fechas por la aparición de varios positivos. De puzle a cubo de Rubik…
En cualquier caso, el mapa ofrece algunas conclusiones. La primera, es que hasta diez provincias se ven desposeídas del fútbol de bronce. Las otras 40 que completan el mapa nacional sí cuentan con algún conjunto participante. Cáceres, Palencia, Ávila, Segovia, Lugo, Ourense, Huesca, Teruel y Cuenca no tendrán representantes en Segunda División B de cara al curso 20-21. Hay un hilo conector con la tradición futbolística de élite, pues de esas diez ciudades, salvando Huesca, nueve no han podido disfrutar del fútbol de Primera División jamás en la historia en sus campos locales o supramunicipales.
Andalucía enseña músculo, favorecida igualmente por su extensión, con hasta 13 representantes en esta categoría. Cataluña le sigue en número de clubes con una decena. País Vasco suma nueve, mientras que Comunidad de Madrid, Valencia y Castilla y León aportan ocho equipos en sus diferentes subgrupos. Podría llegar a sorprender el poco impacto que tiene Castilla-La Mancha, o que todos los concursantes extremeños pertenezcan a Badajoz y ninguno a Cáceres. Melilla, por otra parte, continúa compitiendo contra bloques del interior de España. Ya en 2019 la Federación dejó al representante de la ciudad autónoma fuera de la competición andaluza.
El mapa de 102 clubes, ante los cambios que se avecinan a partir de 2021 con la ampliación de los formatos semiprofesionales y no profesionales, promete una mayor competitividad a todos los niveles. De la misma manera que se reduce la clasificación, aumentan las posibilidades de ascenso y descenso. No hay espacio para etapas llanas, usando un símil ciclista.o realce, ya en 1929 hubo que crear la Tercera División para dar cabida a nuevos equipos.
El mapa de la Tercera División 20-21
No ocurre en Tercera División ese vacío de fútbol que sí tiene lugar en algunos puntos de España en lo referido a Segunda División B. Hasta 397 clubes se distribuyen por las 17 comunidades españolas. En Tercera División pervive aún el formato de 18 grupos, aunque subdivididos como también se ha decidido en Segunda B para colaborar a la buena salud de la competición. La principal innovación de cara a la 20-21 es que cada organización territorial debe elegir entre sistema cremallera (en el que los equipos se reparten en función de su clasificación) o de cercanía (en el que compiten los más cercanos entre sí). En Andalucía, por ejemplo, se votó a favor del formato de proximidad.
No hay un plan homogéneo y todavía hay organismos regionales en el que deben optar por una vía u otra. Los calendarios, que no dependen aún hoy de la Federación Española, todavía están siendo programados. Tercera División continúa siendo un boceto por perfilar. En Segunda División B las formas son más reconocibles. De hecho, todavía hay grupos en los que no están configurados del todo los equipos participantes. En Canarias, por ejemplo, no se conocen del todo los concursantes del Grupo XII. UD Las Zocas y el Arucas CF aún desconocen en qué categoría competirán en la campaña 20-21. Lo resolverán a pocos días de que arranque la campaña de forma oficial.
En Tercera División habrá tortas por ascender. Hasta 54 equipos podrán subir a la novedosa Segunda RFEF, que se convertirá de facto y oficialmente en la cuarta división del fútbol español. Los demás serán reubicados en Tercera División RFEF. Aunque la entidad que preside Rubiales busca regular y estabilizar las competiciones que hoy día son no profesionales, se teme que la dificultad de conseguir saltar peldaños sea insostenible con el tiempo, de la misma manera que un manto de incertidumbre cubre a los torneos que dependen de las organizaciones territoriales por el impacto que puedan dejar de tener a nivel de público, económico o institucional.
Los grandes favoritos
Si entre Primera y Segunda hay un escalón deportivo, a partir de la categoría de bronce hablamos de abismo. Un vistazo al ELO por divisiones lo demuestra: es de 77,7, 57,73 y 39,05 puntos, respectivamente. En Tercera baja a 21,65. Con ese baremo y los precedentes históricos podemos hacer una primera estimación del favoritismo en el fútbol modesto.
Con la nueva subdivisión en cinco grupos, los grandes candidatos quedan más repartidos en la fase regular. Uno de los que cuenta con 21 integrantes, el Grupo III, es a priori el más fuerte. Ahí competirán los potentes filiales de Barcelona, Espanyol, Valencia, Villarreal y Levante. Por si fuera poco, toca sumar también a Hércules, Nàstic, Lleida Esportiu o el FC Andorra de Piqué.
39,8 es la media en los equipos del Grupo IV, que vuelve a adquirir una fachada añeja con la adhesión de clubes canarios a los andaluces. El transatlántico del Marbella, San Fernando, las dos apuestas desde Murcia, Recre, los filiales de Las Palmas, Betis y Cádiz… la diversión está asegurada.
El Grupo I, con 39,1, cuenta con una bomba en cada subgrupo: Deportivo de la Coruña y Numancia, descensos inesperados desde el fútbol profesional. Por si no había suficiente con los Pontevedra, Racing de Ferrol o Cultural Leonesa. El Burgos está invirtiendo fuerte y apreciamos otra ración de equipos B altamente competitivos (Celta, Oviedo, Sporting, Valladolid).
El cuarto listón por ELO es el del Grupo II (38,76), al que vuelve el Racing de Santander un año después para de paso configurar un subgrupo A de aúpa con Barakaldo o los filiales de Athletic y Real Sociedad, entre otros. En el B habrá un nivel más equiparado.
Dentro del flamante Grupo V encontramos una contradicción: parte con menos ELO (36,9), aunque reconocemos a algunos de los más firmes candidatos a ingresar en el fútbol profesional. El Castilla de Raúl, el incansable Atlético Baleares, el incombustible Melilla y tres firmes proyectos vecinos (Extremadura, Badajoz y Mérida), sin olvidar a los cachorros ‘colchoneros’ o el Rayo Majadahonda. Es grupo nuevo, en ningún caso fácil.
Clásicos de Segunda B hay bastante, es difícil abandonar esa travesía del desierto, pero nadie tanto como Barakaldo, Pontevedra y Cultural Leonesa; los tres han disputado 35 temporadas y están entre los que más puntos han hecho siempre (ahí sumamos al Melilla). Hace unos meses retornaron otras entidades de solera como el Compostela o el Alcoyano. Con todo, nunca hay que olvidar la cantidad de sorpresas que ofrece la categoría.
Revisando en la historia de Tercera División podemos dibujar dónde se encuentran los mejores trampolines. Desde la temporada 06-07, en la que quedó configurado el actual esquema de 18 grupos, el décimo, que comprende Andalucía occidental y Ceuta, es el que más ascensos ha vivido (25). Cerca quedan el catalán (Grupo V), con 24, y el de la Comunidad Valenciana (Grupo VI), con 22. En este tramo de 13 años, de hecho, al menos uno de estos tres grupos ha ascendido siempre. En el lado opuesto, las regiones cántabra (Grupo III) y la riojana (Grupo XVI) han sido las menos prolíficas, con solo siete y cinco ascensos, respectivamente. Aunque el último curso dejó una moraleja para todos: al menos subió un representante de cada grupo a Segunda B.
Con todo, el nivel de las plantillas nos señala hacia los grupos IX y V como los más competitivos con 25,29 y 25,16 puntos de ELO. Un punto menos presentan el XVIII (24,23) y el VI (24). Cercan anda también el XIII (23,86), el VII (22,78), el X (22,71) y el XVII (22,21). Los únicos clubes que bajan el listón por debajo de los 20 son los de los grupos II (19,62), XI (19,48), XV (18,68) y XVI (18,55).
Flujo constante de arriba abajo
Un indicador del nivel del fútbol profesional bebe directamente del número de jugadores que con anterioridad han disputado categorías más altas, especialmente si provienen directamente de ellas y no rebotados de las mismas tras años en categorías inferiores. En este mismo estudio ya se ha mencionado la capacidad que tienen algunos clubes de traer a futbolistas con un currículo brillante. Si bien es cierto que hay un flujo permanente de jugadores que van de Segunda a Segunda B por el descenso de sus equipos, el movimiento entre divisiones también obedece a razones que van más allá de los resultados y cuestiones federativas, también de las edades y el desgaste propios del oficio. No todos acuden a un conjunto que no pertenece a Primera o Segunda con la intención de retirarse: hay opciones más que interesantes, proyectos con amplitud de miras… y propuestas económicas jugosas.
Casos como los de Saúl Berjón y Charles ya han sido mentados. Jugadores de muy buen nivel que bajan peldaños para competir en equipo que todavía no viven bajo el amparo del fútbol profesional. Pero hay cifras que merecen un análisis, también ejemplos individuales dignos de mención.
Hasta 61 futbolistas con, al menos, 35 partidos en Primera y Segunda en las últimas tres temporadas se reparten entre los equipos que van a competir en Segunda B y Tercera el curso que viene, que todavía no echó a andar para los más modestos. Eso, a fecha de cierre de este informe. El filtro de partidos vienen a cuento para delimitar que no fueron comparsas en esas divisiones superiores.
Algunos como Miguel de las Cuevas se ha asentado en la categoría de bronce al haber dado con sus huesos en la misma como parte de un proyecto que descendió, el Córdoba en concreto. Otros como la contratación de Esteban Granero supusieron todo un puñetazo sobre la mesa, una muestra de poderío y expectativas de impulso a todos los niveles, en su caso las del Marbella, que quedó apeado en los ‘play off’ disputados en verano. Con la reestructuración promovida por la RFEF, es previsible que este tráfico entre divisiones aumente de forma sensible en los próximos años.
El último ejemplo de enjundia es el de ‘Cata’ Díaz, que acumula 174 encuentros en Primera y otros 34 en Segunda, aunque en las últimas tres temporadas su participación sí se enmarca en la categoría de bronce del fútbol español y otra menor en Argentina. Con 41 años vuelve, también empujado por sus planes de ser entrenador. Jugará en el CD Móstoles madrileño, de Tercera. En Tercera también militarán dos de esos 61 futbolistas anteriormente señalados, como Alfaro (Intercity) y Manu Sánchez (Real Ávila). Manu Sánchez merece un asterisco, ya que, tras desvincularse del Elche al poco de confirmarse el ascenso a Primera División, firmó por el Real Ávila ya que en la ciudad se ubica la escuela en la que en la actualidad se encuentra formándose para Policía Nacional.
Un vistazo al escenario económico
El fútbol modesto es una trituradora. Las categorías semiprofesionales y no profesionales fagotizan clubes con voracidad animal. Hay numerosos casos de proyectos 'fast food', cocinados a fuego muy rápido con el único deseo de ascender cuanto antes para vivir bajo el amparo de las televisiones, de los contratos publicitarios y los acuerdos público-privados con las diferentes administraciones que regulan o participan en este deporte. Entidades que empeñan lo que no tienen al objeto de multiplicar beneficios al coste que sea, aunque por el camino se queden planes de vida de los futbolistas, la estabilidad de los trabajadores o la ilusión de los seguidores. No hay planificación para el mañana, solo existe el hoy.
Que el fútbol ha dado pie a la especulación más brutal es un mal que ha llegado a convertirse en endémico. La renovación planeada por la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) se ha anunciado como una vía para dar estabilidad a las categorías más débiles, proteger a los que no disfrutan de salarios elevados y, sobre todo, aumentar el control sobre los desmanes financieros que con impunidad han tenido lugar en la competición que no es de élite.
El COVID-19 ha abierto heridas difíciles de cicatrizar en el fútbol. Solo hay que observar las dificultades que padece para mantenerse y mirar al futuro todo un transatlántico como es el FC Barcelona, por citar un ejemplo de dominio público. En estas divisiones se produce la siguiente paradoja: ante la necesidad de mejorar el estatus deportivo para gozar de una próspera coyuntura económica, a pesar de que el coronavirus ha abierto boquetes en todos los estamentos laborales y sociales, numerosas entidades deportivas (amparadas muchas de ellas por grupos inversores y empresariales) han tirado la casa por la ventana. De momento, hasta que la Federación no abra de forma definitiva el paraguas y otorgue régimen profesional a los jugadores y técnicos de Primera, Segunda y Tercera División RFEF (convenios, alta en seguridad social, seguros sociales, etc), y ante la falta de un control estricto de las cuentas que desde hace años sí impone LaLiga para Primera y Segunda, en Segunda B y Tercera siguen teniendo lugar diferencias de pago difíciles de comprender.
Un ejemplo: el límite salarial obliga al Málaga a pagar el mínimo legal de 80.000 euros en el caso de que desee tener una plantilla de 18 integrantes, cifra corta de por sí, mientras que el Pontevedra puede permitirse contar con Charles, que si bien está unido sentimentalmente con el conjunto gallego, lleva jugando en Primera División a buen nivel más de un lustro. El Cartagena, que subió a Segunda tras años de intentos, pudo pagar 300.000 euros por Adalberto Carrasquilla hace pocos meses. En el Grupo IX de Tercera hay directivos que están ofreciendo contratos de 2.000 euros mensuales a jugadores que normalmente han tenido que compaginar la práctica deportiva con un empleo. A día de hoy, existen clubes de Segunda B que cuentan con la posibilidad de contratar futbolistas que no se pueden permitir otros que compiten en un rango superior. El Burgos CF, comprado en 2019 por el empresario argentino Antonio Caselli, ha podido firmar estos meses a Leonardo Pisculichi, ex de River, Argentinos Juniors o Mallorca, con experiencias en China y Catar, o ‘Trapito’ Barovero, una institución en el club de Núñez y con años de competición en el generoso fútbol mexicano. Saúl Berjón, ex capitán del Oviedo, con 9 asistencias en Segunda en la 19-20 o 14 y 6 goles dos cursos antes, es su última adquisición.
ProFootballDB ha pulsado a diversos actores del fútbol nacional de Segunda División B y Tercera. Las cifras se pueden consultar en la tabla que acompaña a este texto. Amén de lo que pueden generar entidades que acaban de bajar o son históricas como el Deportivo en Segunda B, se confirma la pujanza financiera de grupos como el valenciano, en el que hay clubes que cifran su presupuesto en alrededor 900.000 euros, como el Intercity, o el catalán. Diferencias significativas con Canarias o grupos de la parte norte del territorio nacional, en los que el salario medio apenas llega a los 600 euros.
Una radiografía a los filiales
El ecosistema de supervivencia de históricos y modestos convive con los filiales, donde la formación prima sobre la competición. Hay 22 diseminados en Segunda B y 35 por Tercera. La representatividad es mucho mayor en la categoría de bronce, hablamos de que uno de cada cinco equipos es un filial (21,57%). En el siguiente escalón, sin embargo, desciende hasta el 8,81%. Si a estos registros añadimos que solo Eibar y Elche están sin representante en Segunda B y que de Segunda únicamente tienen presencia Las Palmas, Espanyol, Oviedo y Sporting, nos encontramos una radiografía de la importancia que tiene para los clubes de Primera que sus cachorros no compitan en un escalafón muy alejado de la élite a la que están llamados a llegar.
Por el contrario, la mayoría de filiales de Tercera son de clubes de Segunda B. Hablamos de un total de 16 frente a los 11 de Segunda y los solo 8 de Primera. La mirada inicial se completa con un dato que habla muy bien del trabajo de base de Athletic, Real Sociedad, Sevilla, Osasuna y Villarreal: son los únicos con equipo dependiente tanto en la tercera como en la cuarta categoría.
Los datos avalan a quienes insisten en la creación de una liga de filiales, aunque la carga económica de un segundo equipo es bastante más soportable para las entidades que compiten en Primera División que para las restantes. Es más, les basta con promocionar a alguno de los muchos jóvenes, ponerlos en el escaparate y luego venderlos para obtener retorno de gran parte del presupuesto que se llevan cada temporada (en algunos casos, de varias).
Los datos recientes avalan esa tesis. Solo en las últimas tres temporadas un total de 85 jugadores ha dado el salto a Primera División desde el filial estando en Segunda B o Tercera. Algunos como Ansu Fati incluso se han propulsado directamente desde el equipo juvenil. Los Junior Firpo, Samu Chukwueze o Unai Simón ya están confirmados en LaLiga y en otras importantes no dudaron en apostar por Ferran Torres, Salisu o Carles Pérez; los hay hasta quienes ya son internacionales absolutos (Brais Méndez, Óscar Rodríguez, Pau Torres) y los que aún siendo jóvenes se acercan al centenar de partidos en la élite (Loren, Martín Aguirregabiria). En la lista constan los casos de Vinicius y Rodrygo, si bien su paso por el Castilla fue testimonial y en ningún caso se trata de canteranos blancos.
Otro de los indicadores que nos deja claro que los clubes necesitan tener a sus cachorros al menos en Segunda B está en el retrato robot de partidos que estos canteranos han tenido en el tiempo referido: 29,74 de promedio en la categoría de bronce, 6,66 en Tercera.
Bien por necesidad, bien por calidad, la factoría de canteranos españoles es tremebunda. Se podría componer una alineación sumamente competitiva atendiendo a los últimos que han dado el gran salto. Unai Simón; Martín Aguirregabiria, Salisu, Pau Torres, Reguilón; Riqui Puig, Óscar Rodríguez, Ferran Torres, Samu Chukwueze, Carles Pérez y Loren.
Los protagonistas
¿Y qué dicen los protagonistas? Hay coincidencia en que la ampliación de los objetivos por la creación de más categorías derivará en una mayor exigencia, en que los calendarios, a pesar de resultar más cortos, no ofrecerán respiro alguno. La decisión de la RFEF de abrir el abanico de las divisiones no ha satisfecho a todos ni en forma ni fondo, en cualquier caso. Otro aspecto a tener en cuenta, y nada menor, es que la falta de público es un golpe directo a la supervivencia de las entidades. ProFootballDB pulsa los diferentes latidos en diversos estamentos del fútbol modesto español.
“Como club deportivo estamos muy dañados, el 80% de nuestros ingresos proviene del ticketing y los abonos. Con un acceso de 800 personas a un estadio de 10.000 se nos caen varios cientos de miles de euros. Será un año complicado sin respaldo de un grupo inversor o una SAD”, reconoce Jesús Medina, presidente del Linares, ascendido a Segunda B. Lamento compartido. “Se perjudica mucho al fútbol modesto y la viabilidad de numerosos clubes. Por ejemplo, a Segunda siguen subiendo cuatro pero hay 22 rivales más”, señala Israel Vicente, segundo técnico del Real Murcia, el cual dirige Adrián Hernández.
“Como te duermas, vas para abajo. No habrá posibilidad de favores. Lo que sí veo es que la Segunda B Pro se cargará Tercera y la dejará menos profesional aún”, opina Manolo Gaspar, director deportivo del Málaga, club de Segunda cuyo filial del Grupo IX de Tercera, el Atlético Malagueño, está habituado a pelear por ascender, aunque subir de categoría se le ha resistido en las últimas campañas.
En cuanto al formato en sí, hay visiones para todos los gustos. “Opino que deberían de haber programado una competición a una vuelta todos contra todos”, resalta Fernando del Álamo, director deportivo del Mazarrón. Mateo García, entrenador de la Gimnástica de Torrelavega, comparte un análisis optimista porque cree que la naturaleza de la nueva competición favorecerá la emoción. “Me gusta que los puntos de la primera fase se sumen en la segunda porque nos va a exigir que cada partido sea vital, no puedes dejarte puntos con, por ejemplo, equipos teóricamente inferiores. Multiplica las opciones de todos y eso hará la liga más competitiva y más vistosa”, razona.
“La creación de esas nuevas ligas va a provocar que todos los clubes tengamos la obligación, entre comillas, de intentar acceder a ellas. Esto va a convertir la temporada en vital tanto para los equipos como para los jugadores. No acceder es como una especie de descenso encubierto. Y no hay margen de error”, declara por su parte Kiko Lacasa, director deportivo de La Nucía.
Menos partidos, listones más altos, presión para los técnicos. “Con este sistema el entrenador está en el punto de mira. No podrán fallar”, señala el preparador murciano Paco García.
¿El cambio que hace falta?
Tras tres años de debate y buscando inspiración en el modelo inglés, el formato de ligas en España echó a rodar en 1928. Solo un año después, hubo que crear la Tercera División para dar cabida al excedente de equipos que creó la fiebre del balón. Hasta 1977 no llegó el rompecabezas definitivo con la Segunda División B, la primera categoría semiprofesional. Hemos asistido a cambios de composición y formato de competición; más o menos grupos, divisiones territoriales. Pero esta que viene, más estructural y conceptual, supone una gran transformación. Desde varios clubes en la última década se respaldó con fuerza la creación de una liga de filiales, una iniciativa que siempre estuvo pululando en el ambiente. Ni siquiera el arrope por parte de los equipos grandes, los más beneficiados por esta medida, consiguió que saliera adelante. ¿Será la que viene la revolución que necesitan los cimientos del fútbol?
Aunque propiciada por la crisis del coronavirus, vuelve a vertebrarla el equipo de gobierno de Luis Rubiales. Más allá de que afecte a competiciones bajo el paraguas de la RFEF, llega solo un año después de una las mayores (y más esperadas) modificaciones del fútbol patrio: la disputa de la Copa del Rey a partido único, que también vino de la mano de un nuevo formato ‘Final Four’ para la Supercopa de España.
Esa idea caló y gustó. Ahora está por ver si ocurre lo mismo con este giro. Porque Segunda B y Tercera se han convertido en pozos económicos. Con cada vez mayores aprietos y la sombra de amaños y apuestas haciendo implosionar las competiciones, se demandaba un cambio. Es la esperanza. Porque hay muchos cadáveres que se quedaron por el camino a lo largo del siglo XXI; encontramos bastantes equipos que jugaron en alguna de las tres primeras categorías y hoy en día ni siquiera moran en Tercera porque fueron refundados o desaparecieron. Imposible olvidar a los UD Salamanca, Ciudad de Murcia, Lleida, Poli Ejido, Universidad de Las Palmas, Reus, Ourense, Écija, Ontinyent, Granada 74 o Gramanet, entre otros muchos.
En ese mismo tiempo, han desfilado 290 equipos diferentes por Segunda B y 1.144 por los grupos de Tercera. En la inminente temporada se sumarán, respectivamente, cuatro (Tarazona, Covadonga, Atzeneta y Tamaraceite) y 19 socios nuevos (AG Estudiantil, UD Atios, Avilés Stadium, Urgatzi, Girona B, Valls, Complutense Alcalá, Móstoles, C. Diocesanos, Estepona, Cardassar, PE Sant Jordi, UD Guía, Racing Murcia, Campanario, AD Lobón, FC Bidezarra, Racing Rioja y Huracán de Balazote.
La UD Melilla será la única entidad que habrá disputado las 20 campañas de bronce cuando eche a rodar el balón. En Tercera, ese mérito será de Bezana, Laredo, Tenista, Atlético Albericia, Atlético Albacete, Atlético de Pinto, Valle de Egüés, Poblense, Escobedo, Ferriolense, Utebo y CD Basconia (Laredo y Poblense estaban en esa lista también, pero ascendieron este verano).
Los formatos en las grandes ligas
Las cuatro primeras categorías son profesionales; en la quinta aparecen elementos semiprofesionales y, a partir de ahí, un ramal de hasta casi 500 competiciones y más de 7.000 equipos. La nodriza de todas es la Premier League, llamada así desde 1992, cuando los 22 clubes de la primera división decidieron escindirse de la English Football League para explotar mejor el modelo televisivo. Así que en la EFL quedaron los tres siguientes escalones: Championship, League One y League Two, todas ellas con composición de 24 equipos y que se disputan bajo formato de Liga Regular con sistema de 'play off' para algunos de los puestos de ascenso y descenso.
Por debajo queda la National League (también con 24 clubes), la última categoría en la que el fútbol no hace distingos geográficos ni divisiones grupales. A partir de ahí, el salto cualitativo respecto a otras divisiones es más que cualitativo.
En Italia la FIGC (Federación Italiana de Fútbol) alberga nueve divisiones, pero únicamente las tres primeras pertenecen al fútbol profesional del país. Eso sí, con sus 102 equipos en total, no hay en Europa un fútbol profesional tan nutrido como el transalpino.
La Serie A y la Serie B, las dos primeras, comparten el número de integrantes (20), aunque en la segunda hay promoción de ascenso y descenso al término de la temporada regular.
La subdivisión por grupos aparece ya en el tercer escalafón: los 60 clubes que componen la Serie C se parten en tres por criterios regionales y están bajo el amparo de la Lega Pro.
En cuanto a la Serie D, hablamos de la punta del iceberg del fútbol no profesional. Engloba a 162 clubes distribuidos geográficamente en siete grupos de 18 y dos de 20.
El modelo francés se asemeja bastante al español. La Liga de Fútbol Profesional controla los primeros dos niveles, Ligue 1 y Ligue 2, cuyos formatos de competición son idénticos a los de LaLiga, aunque con la particularidad de que ellos sí que mantienen la paridad de participantes (20) en ambos torneos.
Bajo ellos, la FFF (Federación de Fútbol Francés) da cobijo a los tres segmentos del Championnat National. El primero de ellos es muy nuevo (fue fundado 1993) y nació como correa semiprofesional para facilitar el ascenso de las entidades más modestas. La tercera división (conocida como National) respeta el modelo de su antecesora, aunque con dos equipos menos disputándola.
Tras ella, y antes de que el fútbol se haga más modesto, la National 2, compuesta por 64 equipos, la inmensa mayoría aficionados, divididos en cuatro grupos regionales de 16 conjuntos.
A medida que se baja de escalón, el fútbol alemán se hace más complicado. Se calculan unos 31.645 clubes repartidos en 2.235 categorías, aunque todas muy bien conectadas y que permiten hacer realidad milagros como los del RB Leipzig.
Pero solo tres son profesionales. La Bundesliga, la 2.Bundesliga y la 3.Liga se juegan con el conocido formato de ascensos y descensos, aunque las dos primeras solo tienen 18 participantes. Hoy en día la distribución es muy lógica, aunque Alemania pasó muchas décadas purgando su adaptación tras la unificación de la RFA y la RDA.
La complejidad comienza con la Regionalliga, primer estrato no profesional que desde 2012 se ramifica en cinco grupos geográficos, cada uno con un sistema propio de ascensos y descensos.