Un punto no es suficiente a estas alturas para alejarse del descenso. El Málaga y el Albacete eran conscientes de ello y, aun así, protagonizaron un partido insípido en La Rosaleda. Las mejores ocasiones -visitantes- llegaron cuando Keidi Bare ya estaba en las duchas y ni por esas llegó algún gol.
La primera mitad fue tan igualada como aburrida. Salieron mejor los manchegos, que tuvieron pronto ocasiones para adelantarse. Una intervención excelsa de Cifu evitó que Dani Ojeda chutara solo ante Munir. Poco a poco, los de Pellicer fueron asentándose mejor.
Pero no llegaba el peligro. Sadiku estaba desaparecido y, atrás, Lombán y Diego González no terminaban de cerrar el flanco izquierdo. Ello provocó que sus rivales siguieran teniendo más opciones de marcar a pesar de que Brazao tuvo que aparecer en un par de llegadas, sobre todo, en dos tiros de falta de Juanpi.
No cambió la tónica en la segunda mitad. Salieron más incisivos los locales al verde, eso sí, y Keidi Bare dio el pistoletazo de salida a los mejores minutos blanquiazules con un tiro potente que desvió Brazao. No fue el equipo capaz de aprovechar este tramo y el Alba se hizo con el control.
Aun así, tampoco terminaba de generar peligro. Munir sacó la mejor ocasión, un tiro lejano de Álvaro Jiménez, que creó el propio marroquí con un mal saque de puerta. Para colmo, Keidi Bare fue expulsado por dos amarillas en cuestión de dos minutos. La segunda fue rigurosa, pero fue.
A pesar de la inferioridad numérica, el Málaga no le perdió la cara al partido. Buscaba hacer daño arriba y lo pagó caro con los huecos atrás que aparecen al estar con uno menos. De ahí que, en el tiempo de añadido, los de Alcoraz tuvieran una triple ocasión final que desperdiciaron. Su castigo por fallar, que el 0-0 no se moviera del marcador.