Inter y Juventus avisaron desde el inicio. Ya en el primer tiempo del derbi, pasó de todo. El campeón del 'Scudetto' pasado vio cómo la 'Vecchia Signora' le remontaba hasta en dos ocasiones. La Juve, que había encajado solo un gol en las primeras 8 jornadas, recibió 3 en apenas 37 minutos, 4 en total. Un 'toma y daca continuo'. A más de mil revoluciones en una plaza histórica como San Siro que Yildiz, cuando su equipo parecía muerto, se encargó de silenciar con un doblete final que puso el empate definitivo.
El 'clásico' no respetó previas. Se desentendió de números y estadísticas. Dos equipos que aspiran al título, separados solo por un punto en Serie A, en un todo o nada a pecho descubierto. Directos a por la victoria, sin especular. Un duelo entre dos entrenadores de moda como Inzaghi y Motta que cumplieron con las expectativas. Cada uno con sus armas tácticas, sin perder el estilo que les caracteriza. Y con un juego atractivo.
Comenzó pronto el espectáculo a favor de los locales, de un Inter que salió ligeramente mejor plantado, en volandas con su afición entregada. Thuram se adelantó a Danilo dentro del área y el defensa brasileño cometió penalti. El segundo de una semana no especialmente buena en la que también erró en Liga de Campeones. Sin Çalhanoglu en el campo, Lautaro parecía el destinado a convertir, pero fue Zielinski el que acabó asumiendo la responsabilidad y superando a Di Gregorio en el minuto 15.
Se las prometió felices el Inter de Inzaghi. Pero le duró poco la tranquilidad. Porque el gol fue como el toque de corneta que necesitó la Juve de Motta para carburar y convertirse en un equipo imparable. Ataques veloces por los dos perfiles. Ocupación de espacios perfecta. Y una interpretación de la jugada sublime. Así fue la 'Vecchia Signora' en los 15 minutos posteriores al tanto encajado.
Con un Conceiçao canino en banda, imparable en cada acción de uno contra uno, los de Motta le dieron la vuelta y silenciaron San Siro. Primero, con el gol de Vlahovic en el minuto 20 que nació de un pase perfecta de Cabal a la espalda de Bastoni, una dejada aún mejor de McKennie de primera intención y una definición implacable del serbio.
Casi sin tiempo para celebrar o para asumir el golpe encajado, llegó la inesperada remontada. De nuevo con Conceiçao como protagonista, con un regate en el que sentó a Mhkitaryan para ceder bajo palos a Weah y poner patas arriba el duelo. La Juve había conseguido lo más complicado, se había levantado tras haber encajado y en casa del campeón había puesto tierra de por medio con un doble golpe anímico.
Cambiaron las tornas, pero no cesó el espectáculo. Solo 7 minutos después, el Inter volvió a encontrar el empate. Fue Mhkitaryan con un golazo desde la frontal del área. Un jugadón de los 'nerazzurri'. Doble pared, primero con Pavard y después con Thuram para hacerse el hueco.
Y, otra vez sin tiempo para nada, llegó otro gran golpe del partido. Por ser tan seguido, por el minuto y por mermar todo esfuerzo juventino previo. Fue en la siguiente jugada que tuvo el Inter, un minuto después de poner el empate. Otro jugadón colectivo que acabó con Kalulu derribando a Dumfries dentro del área en un peanlti muy parecido al de Danilo. Zielinski completó el doblete en su primera gran noche como interista y puso el 3-2 en el ocaso de un primer tiempo deslumbrante.
La resurrección, por Yildiz
El descanso, de hecho, sentó mejor al cuadro local que al visitante, que no por un momento pareció no tener fuerzas para reponerse. Avisó Dumfries con una ocasión nada más salir de vestuarios y cumplió su amenaza en el minuto 53, cuando cazó un balón suelto en el área tras un saque de esquina que dejó casi fuera de combate a la 'Vecchia Signora'.
Porque desde el gol interista pareeció durante 15 largos minutos no haber más partido. Solo pareció estar el Inter en San Siro, con un carrusel de ocasiones que no acertó a definir, entre ellas dos de Lautaro, y que acabó pagando caro.
Perdonó y, en un partido de este nivel, sufrió las consecuencias. Pasó de tener la victoria en la mano, la confianza de nuevo restablecida para ir a por el Nápoles, a conformarse con un empate. Todo por una gran decisión de Motta, que introdujo a Yildiz para salir con un botín valioso.
Fue el turco el que cargó con el peso en los últimos minutos. El que más creyó. El que más trabajó. El número '10', heredero de Del Piero, puso el 4-3 con un disparo cruzado superado el minuto 70. Y el 4-4 definitivo, en el 82', cuando la Juve se volcó en ataque. El 'clásico' de Italia se quedó sin dueño, pero brindó un espectáculo que hacía años no se veía en el 'calcio'. El único que sonríe es el Nápoles, más líder que nunca.