Es el fútbol un deporte en el que se pagan caro los errores. El Getafe tenía en la palma de su mano dormir en puestos Champions y lo dejó escapar en el tramo final ante un Eibar que nunca dejó de soñar.
Costó encontrarle el punto al partido. El frío de Ipurua se adueñó de él, ambos equipos no eran capaces de generar peligro en área rival. Parecía que hubiesen firmado el armisticio antes incluso de empezar a disparar.
No hubo demasiado juego en la primera mitad. Como si fuesen meros espectadores en una obra de teatro, Riesgo y David Soria apenas tuvieron que aparecer durante la primera media hora del choque.
Todo cambió en el único hueco que se encontró. Olivera, en una media vuelta, filtró el balón por dentro a un Jaime Mata que esperó a la salida de Riesgo para, con la cuchara, superar por alto al arquero 'armero'.
Se calentó el partido en los primeros compases de la primera mitad. Son dos conjuntos los presentes en Ipurua que no se dejan amilanar por el rival, van al contacto y luchan hasta el último segundo.
El Getafe puso tierra de por medio y pensó en haber finiquitado el partido. Foulquier recibió un gran balón de Olivera, que firmó la segunda asistencia de la noche. El interior francés ajustó el balón al palo para hacer inútil la estirada de Riesgo.
El VAR cambia el ritmo
El cuadro madrileño soñaba a lo grande y quiso sentenciar el partido. Solo el VAR salvó al Eibar, ese VAR que tan poco le gusta a Mendilibar. El colegiado no apreció una mano de Djené en el área que sí lo hizo el videoarbitraje. Tras varios minutos de duda, Medié Jiménez tuvo que marcharse a la pantalla para tomar una decisión que cambiaría el partido.
Charles, en un estado espectacular, anotaría el penalti para recortar diferencias. El Eibar se creció, buscó el empate y se lo encontró en un nuevo error. Cabrera falló en la cesión de cabeza y el brasileño, el más pillo de la clase, se adelantó a David Soria para firmar el empate.
Quisieron los 'armeros' buscar la heroica y marcar el gol de la victoria, pero se le acabó el tiempo antes de lo que les hubiese gustado. Un punto que deja más satisfechos a los locales pero que permite a los visitantes seguir soñando con Europa.