Isak ingresó al campo en la segunda mitad y recibió los abucheos racistas de uno de los fondos del Arena Nacional de Bucarest, desde el que antes se habían lanzado petardos y bengalas.
El árbitro, Daniele Orsato, que había detenido previamente el encuentro debido a los artefactos pirotécnicos, volvió a parar la contienda y amenazó con suspenderla debido a los gritos racistas.
Desde la megafonía del campo se pidió que cesaran las manifestaciones de racismo, y el partido terminó sin más incidentes con la victoria sueca por 0 a 2.
Tras el pitido final, los jugadores suecos abrazaron a Isak y celebraron el triunfo, que les clasifica como segundos por detrás de España para la Eurocopa.
El pasado 15 de octubre, Rumanía jugó el encuentro de clasificación contra Noruega a puerta cerrada -con presencia solo de espectadores menores- por los gritos xenófobos del público rumano contra la minoría húngara del país durante el partido contra España.
Los incidentes en Bucarest se producen semanas después de que varias personas fueran detenidas en Bulgaria por proferir gritos racistas durante el partido Bulgaria-Inglaterra.
El escándalo también provocó dimisiones al más alto nivel en el fútbol búlgaro.
Alexander Isak, el internacional sueco de la #RealSociedad, ha sido víctima de ataques de índole racista en el partido que jugó con su selección en el campo de Rumanía. pic.twitter.com/fnLnrby18Y
— Elmer Polanco (@PolancoESA) 15 de noviembre de 2019