La Copa del Rey se veía en San Sebastián como un arma de doble filo, capaz de redimir o prolongar un bache que empezaba a pasar factura. Las derrotas ante Villarreal y sobre todo Betis dejaban tocado al equipo de Imanol, que llevaba hasta la fecha un historial impecable.
Finalmente, a la Real le salió cara y se reconcilió consigo misma en Anoeta ante un Espanyol para el que fue la cruz después de su resurgir liguero. Un impás que tampoco debe romper los planes del equipo de Abelardo; incluso, viendo el vaso medio lleno, libera de otra responsabilidad con la Europa League a la vuelta de la esquina.
La eficacia marcó el partido de los donostiarras ante la segunda unidad 'perica'. El equipo de Imanol mandó desde el primer instante y se acercó con peligro por mediación de Odegaard y Oyarzabal, pero quien rompía la igualada era Ander Barrenetxea. El canterano se metió en el área, se revolvió y sacó un disparo que pilló a Andrés Prieto a contrapie.
Estuvo mejor el Espanyol en la segunda parte. Ferreyra y Wu Lei avisaban y la intervención de Remiro se hacía fundamental para mantener a raya al equipo de Abelardo. Pero cuando Odegaard entra en combustión, es otro asunto. Ha estado gris en los últimos choques y eso lo ha acusado la Real Sociedad, que le recuperó en la cita copera.
En el minuto 62, el noruego comandó un ataque donde cedió hacia la izquierda para Isak, que centro del área se buscó el hueco y sacó un latigazo que batió nuevamente a Andrés. 2-0 que sentenciaba un encuentro que bajó de ritmo.
La Real Sociedad supo aguantar sin excesivos problemas, aunque el Espanyol tendría un último arreón con un larguerazo de Wu Lei y una ocasión clara de Iturraspe que rechazó con los pies Remiro. Finalmente, victoria donostiarra y a octavos.