En el recreo siempre mandaron los malos. A no ser que hubiera un balón de por medio. Entonces, el chico introvertido, ese de talento bajo una gorra o una sonrisa pícara, se proclamaba rey. A base de goles o arabescos. Isco, que tiene tarros para todas las esencias, convirtió La Rosaleda en su patio de colegio.
O cabría hablar del patio de su casa. Porque para el de Arroyo, ahí sólo cabe la diversión. No tiene la sensación de un juicio constante, no debe rendir cuentas para justificar una titularidad de ETT.
Mató al Málaga, si es que tenía algo de vida, el veneno dulce de Isco. Su seducción de serpiente. Sus ardides de elegante trilero. ¿Dónde está la bolita? En la red. Generalmente, por un pase suyo; ocasionalmente, con su firma. En La Rosaleda dominó ambas suertes.
Golazo para empezar
A la media hora instaló la guillotina en la frontal del área. Y la bajó sobre Roberto acariciando la bola sobre la barrera blanquiazul. Para convertir a todos en estatuas de sal. Muy buen tanto.
Isco pidió perdón. Como si la afición de Málaga tuviera algo que reprocharle. Al contrario, se levantó de la butaca para rendirle una de las muchas ovaciones de la noche. A falta de alegrías propias, el hijo pródigo le pintó una sonrisa.
Antes de ser sustituido bajo la ya clásica tormenta de aplausos de los suyos, despachó el partido en un tanto bastante generoso.
Empezó en error del Málaga, siguió en asistencia (y precioso amago) de Benzema a Isco. No quiso abusar el malagueño, que convirtió el exterior de su bota en bandeja de plata para Casemiro.
El quinto gol del brasileño en Liga, el mismo bagaje que Benzema. Suena más a desastre del galo que a méritos del mediocentro.
Sin chicha
La Liga se ha convertido en el escenario extranjero para el Madrid. La Champions manda. Y, en un torneo de fogueo, siempre que haya ganas de por medio, el talento fluye. Sin presión ni cortapisas.
No fue el caso. Los de Zidane eligieron balneario a 'sparring'. Con el monólogo de Isco no hacía falta más. Ceballos y Borja Mayoral, con minutos de regalo, tampoco tuvieron hambre para que el 0-2 se convirtiera en algo más serio.
El Málaga, que ha perdido la categoría y el alma, está pidiendo a gritos la lápida. Las matemáticas dirán cuándo es el día. A pocos parece dolerle lo que ocurre. Rolan sí es uno de ellos.
Algo de honor
El uruguayo, literalmente en la última acción del partido, aprovechó el 'desmayo' de Vallejo en el área y completó un buen escorzo para sorprender a Keylor Navas. Esta vez, el minuto 93 no trajo un penalti controvertido, sino un tanto en contra.
La Rosaleda, que se había encontrado en Isco el único motivo para aplaudir, rompió a festejar. Sabedora de que será uno de los últimos tantos en la élite.
Para el Madrid fue otro entrenamiento más. Uno previo al Bayern de Múnich. Ahí volverán sus figuras. Cristiano, Marcelo, Modric y Bale, todos los que se quedaron con sesión de chapa y pintura en el taller.
Zidane apenas se levantó del banquillo. El de La Rosaleda también es bonito para el francés, ganó el campeonato en Málaga el año pasado y este firmó su triunfo número 100. Uno de tantos despachados con más gotas de calidad que de sudor.