La temporada de James Rodríguez ha sido como la tormenta que nunca deja ver el Sol. Entre luces y sombras, el colombiano no logró aparecer en las oportunidades que le brindó Zidane y se convirtió en un claro antagonista de la felicidad blanca tras conquistar el Mundial de Clubes. Antes de terminar LaLiga, James fue ovacionado por el Santiago Bernabéu en una despedida entre aplausos. En la obtención de LaLiga tampoco dejó la mayor de sus sonrisas y la final de la Champions League era la crónica de una salida casi anunciada.
A sus 26 años, James ha abandonado el Real Madrid por la puerta de atrás y con la etiqueta de galáctico por los suelos. Un jugador de claro carácter ofensivo y mucho más depredador que el futbolista que ha acupado su lugar. El colombiano prefiere estar por delante de la línea de creación para recibir el esférico con la jugada mucho más madura, buscando el pase final, el regate o el hueco imposible para darle el cuero al delantero con los deberes hechos. La luz de James se fue apagando gracias al crecimiendo de Isco y Asensio. Su posición, en este caso, está más que cubierta. Roles, falta de adaptación, pocos minutos... Una condena.
Pero Zidane piensa en clave de futuro. Seis años menos tiene Dani Ceballos. Uno de los mejores centrocampistas del pasado Europeo Sub 21 y en el que maravilló con la Selección de España, aunque no pudo llevarse el trofeo ante Alemania. Un pilar en la construcción del Real Betis en la pasada temporada. Juventud, desparpajo, proyección y calidad a raudales.
Eso sí, Ceballos es un centrocampista mucho más natural que James y al que le gusta llevar la batuta. Se ofrece y tiene una visión de juego digna del Real Madrid. Además, cuando tiene oportunidad no duda en hacer algón eslalón y penetrar por el medio. Así lo hizo en el Europeo Sub 21 cuando su cuerpo bailaba al son de un vals. Quiebro por aquí y quiebro por allá. Un perfecto amigo en el medio para Modric y con pólvora suficiente para definir si se presenta la oportunidad. El Madrid gana creación, juventud y una renovación de ideas. El camino de James ya había llegado a su final.