Un adiós de los que duelen y de los que cuesta olvidar con el tiempo. El Granada y su preciosa Alhambra se despiden de la categoría de oro de fútbol español después de que el cuadro de Karanka cuajase el peor encuentro en su mandato. Llegó el ex del Real Madrid con el objetivo de amarrar una permanencia que, ya sí, acabó siendo un sueño lejano. Poco mereció la escuadra nazarí al empatar a cero en casa frente a un Espanyol que no se jugaba nada.
Salvo en los primeros compases, en los que los locales mostraron su mejor cara, en el resto del partido el Granada fue una obra de teatro trágica con tintes dramáticos. Los 'pericos' buscaron las cosquillas de su rival y con poco, sobre todo a la contra, generaban mucha inquietud y miedo en el arco de Maximiano.
Luis Suárez avisó primero y le siguió Puertas, de los más incisivos del Granada en el primer tiempo. Diego López volvió a estar sólido bajo palos y a reiterar que el número es solo una edad en el DNI. El ex del Real Madrid sigue estando al máximo nivel y bien merece ser reconocido como uno de los mejores del Espanyol en esta temporada.
Primera sin Diego Martínez y....
Quién no se acuerda del Granada de Diego Martínez. Un hueso duro de roer incluso en Europa League. Su salida a final del anterior curso pareció ser el comienzo de un nuevo ciclo, dudoso pero ilusionante. A las primeras de cambio, una obra que quedó huérfana sufrió el revés más doloroso que puede sentir un equipo de élite.
Poco a poco, los nazaríes se fueron desinflando al mismo tiempo que el Espanyol recobraba sus fuerzas y contrarrestaba las acometidas del rival. Un jarro de agua fría fue la lesión de Luis Milla, uno de los activos más valiosos de los locales, que tuvo que ser sustituido antes del descanso por Eteki. Puertas y Jorge Molina gozaron de las ocasiones más claras, pero el guardameta 'perico' sacó a relucir sus reflejos felinos para que el 0-0 siguiese en el marcador.
Había pocos motivos propios para esperanzarse. Solo le hacía creer al Granada que al descanso su marcador era el mismo que el que había en los otros dos encuentros que tenían el descenso en el horizonte: el Alavés-Cadíz y el Osasuna-Mallorca. Pero el miedo empezó a apoderarse de Los Cármenes en el segundo tiempo.
Todo empezó a desmoronarse a partir del intermedio
Primero fue el Mallorca el que empezó a cumplir en Pamplona, cosa que no hacían los pupilos de Aitor Karanka, perdidos, nerviosos e imprecisos en sus envíos. Llegaron con ventaja a la última jornada pero les pasó factura la posibilidad de caer a Segunda División. No sufrió un Espanyol centrado ya en el próximo curso y con aún en la retina el despido de Vicente Moreno, artífice de que los catalanes sigan en la máxima categoría del país un año más.
Surrealista fue que los 'pericos' generaron más peligro mediante Melamed, Puado y compañía que los de casa, que se encomendaban, si eso, a jugadas a balón parado y a un Jorge Molina desconectado. La tarde-noche del delantero fue aciaga de cara al gol y esta empeoró en una acción que pudo cambiar el devenir del Cádiz y del propio Granada.
La campaña de los 'penaltitos' acabó con un 'penaltito'
Cómo no iba a haber un 'penaltito' en la última jornada de Liga. Y así lo fue. El Granada no mereció adelantarse en el marcador, pero el VAR le regaló una oportunidad cuando llamó a Hernández Hernández para que viese una posible mano de Cabrera en un centro. Le rozó los dedos y el colegiado, casi obligado al acudir al monitor, señaló el punto fatídico.
Seguramente habría sido Luis Milla el lanzador de la pena máxima de haber estado en el campo. Pero cogió la pelota el 'abuelo' nazarí. Jorge Molina dijo que ese era su momento y se puso la capa de héroe. No tuvo en cuenta que el fútbol puede ser cruel con quien menos lo merece. El ex del Getafe es una figura muy querida en el fútbol español, pero esto no le impidió mandar fuera su disparo. No se lo podía creer la afición, incrédula de cómo se le escapaba una oportunidad de oro para alejarse de la plata.
Y el balompié no tiene ningún tipo de sentimiento. Ni memoria. Tampoco entiende de karma ni de meritocracia. Pocos minutos después de que Jorge Molina quisiera que se le comiera la tierra, el Cádiz hacía gol en Vitoria y mandaba al Granada a Segunda División. Empezó a escucharse murmullo en Los Cármenes y el miedo crecía con el paso de los segundos.
Solo hubo dos momentos de esperanza para los de Aitor Karanka. La primera estuvo en el Alavés-Cádiz, en el que, por poco, no se señaló penalti a favor del cuadro local. De haber sido gol de los vitorianos, esta crónica hablaría de la gesta del Granada al quedarse un año más en Primera División.
Ya en el añadido apareció el mejor Granada. Tarde, muy tarde. Jorge Molina, Luis Suárez y Germán gozaron de oportunidades para romper el hielo y mantener a su equipo junto a la élite española. La reacción, con mucho honor y poco fútbol, no tuvo su recompensa y Hernández Hernández decretó el final del choque al mismo tiempo que en Vitoria. Andalucía se dividió en dos este domingo con la felicidad gaditana y la tristeza nazarí.