Primer paso incómodo, aunque victorioso, del Chelsea en la Premier League. Derrotó a un Brighton correoso que debió y mereció marcar antes. Solo el golazo de James y la entrada de Barkley pusieron fin a su dominio, seco de goles, pero rico en amenazas.
La defensa 'blue' hacía aguas desde el principio y, sobre todo, por el flanco izquierdo, el de Marcos Alonso. Lamptey, un chaval de tan solo 19 años, se propuso amargarle el día y lo logró. Le superaba en cada duelo y ya fuera con un centro o con un disparo, ponía en apuros a la zaga.
Esta era incapaz de resolver la mayoría de los problemas que se le presentaban. Tuvieron que aparecer Mount y Werner para sacar las castañas del fuego. Mason cortó una mala salida de balón de Alzate y Timo recibió su pase en profundidad para provocar un penalti con un gran movimiento. Jorginho lo transformó.
Los efectivos de arriba estaban siendo los mejores en el Chelsea. Havertz no brillaba, pero se comprometía en la presión y hasta se le vio cerca de su propia frontal recuperando balones. Werner clavaba sus desmarques como cuchillos y Mount, desacertado al principio, fue mejorando hasta mostrar su verdadero nivel.
De ahí hacia atrás, casi todo eran cortocircuitos. Loftus-Cheek no hacía un buen trabajo y Kanté no podía asumir todas sus labores ofensivas. Jorginho se veía obligado a ayudar a Alonso atrás, superado por Lamptey, y a hacer de muleta de sus centrales.
Por eso el Brighton dominaba aunque fuera perdiendo. Su mandato no era uno de nombres, sino de equipo. Las triangulaciones y la buena química eran sus armas. El premio del gol lo encontraron en un zapatazo de Trossard en la segunda mitad ante el que Kepa pudo hacer algo más.
Pero a James no le apetecía ver a los suyos perder y, en la misma jugada en la que sacaron de centro, batió a Ryan con un misil tierra-aire a la escuadra. Lampard reaccionó al fin para reconectar su centro del campo y dio entrada a Barkley, que puso fin al gobierno silencioso de los 'seagulls'.
Lo demás fue rodado. Sin el control del juego, los de Graham Potter empezaron a cometer errores tontos y se notaba que les habían entrado las prisas. Gestionó a la perfección esta situación el Chelsea, puso la sentencia en un afortunado remate de Zouma a un saque de esquina y hasta amenazó con el cuarto, que nunca llegó.