Por momentos resultó muy difícil creer que ambos equipos pertenecen a la élite de la Bundesliga. El Borussia parecía un equipo amateur en manos del Bayern.
A los bávaros les bastó con un primer tiempo primoroso para sentenciar el encuentro. De hecho, a los cinco minutos ya estaban por delante, gracias a un tanto tan bello por su definición como polémico por el pase.
Müller asistió a Lewandowski y el Borussia reclamó fuera de juego. El árbitro no hizo uso del VAR, y el amago del delantero polaco que dejó por los suelos a Burki sirvió para adelantar al Bayern.
El madrugador gol destrozó al Borussia. Los de Stöger se hundieron, y el Bayern no perdonó. Cuatro minutos después, en el '9, Ribéry estuvo a punto de duplicar la ventaja, pero en esta ocasión el VAR sí actuó.
Centró Müller al corazón del área, donde estaban James y Ribéry. El colombiano trató de rematar, pero no atinó. El balón llegó al francés, quebró a Burki y a puerta vacía anotó el que hubiera sido el segundo.
El problema es que cuando tocó James el balón, Ribéry estaba un poco más adelantado que su compañero, lo que hizo que se le anulase el tanto por fuera de juego.
No importó. El Bayern dominaba el encuentro a placer, y parecía cuestión de tiempo que llegase el gol. Y llegó, a los 14 minutos. James remató desde dentro del área un centro de Alaba que a punto estuvo de invalidad un Hummels en posición antirreglamentaria.
Menos de diez después, el tercero, obra de Müller a pase de James. Estaba siendo lo que se dice un baño, y Stöger movió el banquillo.
Sentó a Gonzalo Castro, desnortado como mediocentro defensivo, y metió en su lugar a Weigl. El Borussia ganó en equilibrio, pero se le veía sin ideas ni moral.
Aguantó sin recibir goles hasta casi el descanso, pero en una recta final primorosa el Bayern hizo otros dos. El cuarto fue rocambolesco y extraño. Ribéry sacó petróleo sobre la línea de fondo, y empezó una sucesión de rebotes que culminó con Lewandowski metiendo la puntera, o no, para hacer el cuarto. Porque tras ver la repetición una y otra vez desde todos los ángulos, no queda claro si el gol es suyo, es de Ribéry (parece que le pega en la espalda cuando ya está en el suelo) o de Akanji en propia meta.
Y un minuto después, el propio Ribéry hizo el quinto, con una genial vaselina ante la salida de Burki. Cinco mazazos. Cinco sopapos. Cinco reveses.
El segundo tiempo comenzó con una incógnica, qué partido veríamos ahora. Podría reaccionar el Borussia por la relajación lógica del Bayern. Podría seguir éste en modo apisonadora y hacer de este encuentro una goleada histórica. O podría no suceder nada en absoluto.
Y fue esto último lo que ocurrió. El Bayern, aunque levantó el pie, no se relajó apenas, y no permitió que el Borussia recortase distancias o maquillase el resultado.
Ocasiones para ampliarse la diferencia o reducirla hubo, pero entre Burki y Ulreich evitaron que el marcador se moviera mucho más. Pero al Bayern le quedaba una bala en la recámara.
De nuevo apareció el fútbol coral de los muniqueses, con una espléndida pared entre Kimmich y Müller (con devolución de tacón de éste al primero incluída). Le dio Kimmich entonces el pase de la muerte a Lewandowski y el polaco hizo su 'hat trick' hoy.
El colegiado del encuentro no quiso alargar este grotesco espectáculo y no añadió nada de tiempo a los 90 minutos reglamentarios. El partido siguió, por tanto, el guión establecido por los más optimistas.
El Bayern podría haber logrado hoy su vigesimoctava Bundesliga, la primera que ganaría en casa desde el año 2000, y la primera que ganaría enfrentándose al Borussia, pero no pudo ser.
Y no porque los de Heynckes no hicieran méritos para lograrlo. El Schalke 04, horas antes, retrasó con su triunfo lo que hoy ha quedado claro que es inevitable que más temprano que tarde termine sucediendo este año también.