El Girona dejó medio camino a Primera División hecho al derrotar al Rayo Vallecano a domicilio en la ida del 'play off' de ascenso. En un enfrentamiento muy interesante que tuvo de todo, incluida la polémica, los de Francisco Rodríguez pasaron de ir a remolque y haber podido encajar varios goles a formular una remontada exprés que sabe a élite.
La firmaron Franquesa y Sylla. Pudo haberla cerrado antes Nahuel Bustos, pero Pulido Santana, un colegiado del que los albirrojos ya se habían quejado en un comunicado oficial, anuló un gol de carambola que hizo al borde del descanso. Un centro de Gumbau le chocó en el hombro y entró. Para el árbitro, era mano, conque no subió al electrónico.
Esto sucedió cuando el encuentro ya iba 1-1 y alteró los ánimos de una primera mitad que los de Andoni Iraola habían dominado innegable y descaradamente. Salieron con todo, gobernaron, asediaron a Juan Carlos y gozaron de muchas oportunidades para distanciarse en el electrónico en lo que los catalanes cortocircuitaban.
Este clima de partido se debió a que todos los rayistas estaban sobrados de tino. Advíncula cortaba los avances que sus rivales proponían por su carril; Saveljich y Catena, bien coordinados, no permitían que Luca Zidane tuviera que actuar y, en lo ofensivo, Santi Comesaña y Trejo depuraban y filtraban para que Isi y Álvaro García afilaran unas acometidas que Qasmi, insistente, no terminaba de culminar.
Esto no pesó demasiado en un principio porque Isi, en el minuto 6, se personó en la caja contraria para recibir un cuero de oro servido de cara por Fran García y mandarlo a la escuadra de un zapatazo. Él no se complicó, pero su equipo sí. Después de tanta intentona y tanto dominio, el Girona marcó con su primer tiro a puerta del encuentro.
Los de Francisco Rodríguez, hasta que esto sucedió, no solo no estuvieron finos, sino que no estuvieron. Su defensa se desgarraba con una facilidad pasmosa por mucho que Santi Bueno tratara de recoserla y su ataque era inexistente. La efectividad lo compensó todo cuando Franquesa, en el 41', golpeó seco un pase raso de Sylla y reanimó a los suyos.
La polémica
El fogonazo se prolongó unos minutos, que fueron suficientes para que los catalanes firmaran la remontada. De carambola, pero la firmaron. Tras una asociación Yan Couto-Gumbau, el '24' sirvió un centro-chut que rebotó en el hombro de Nahuel Bustos y terminó sorprendiendo a Luca Zidane. Todos dieron por hecho que no era necesaria ninguna revisión por parte del VAR. Víctor Areces Franco no.
Este indicó a Pulio Santana que acudiera al monitor a revisar la acción y, tras vislumbrarla varias veces, entendió que hubo mano del delantero. Su conclusión encendió al Girona y a su afición porque la pelota impactó en el hombro, como mucho en el deltoides, del punta. El reglamento especifica estas dos zonas como no punibles y pone el límite en la axila.
Con este lío en plena efervescencia, el árbitro mandó a las plantillas a vestuarios, no sin antes presenciar una tangana que acogió varios gestos feos, muchas discusiones y algún que otro careo. La cosa no fue a más, aunque los albirrojos mantuvieron la sangre caliente cuando la bola echó a rodar de nuevo.
Justicia poética
Ya fuera por justicia poética o, simplemente, porque el Girona salió como debió salir al campo y el Rayo no, los catalanes obraron ese gol que el colegiado anuló en la primera jugada de la segunda mitad. Una posesión bastó para que Yan Couto -otra gran actuación por su parte- encontrara desde la banda a Sylla con un cuero raso que dibujó para que su compañero lo coloreara de primeras.
De ahí en adelante, la tónica fue bien distinta a la de la primera mitad. A los vallecanos se les agotaron las ideas, echaron en falta haber marcado en los 45 minutos iniciales, cuando lo merecieron, y los de Francisco Rodríguez consiguieron que el ritmo se redujera conforme las faltas, los cambios y las primeras tarjetas lo torpedeaban.
Curiosamente, pudo haber una última justicia poética. Los gerundenses permitieron demasiados avances a unos locales que, aunque no atacaban con la fiereza de antes, lo seguían haciendo, y tuvieron la suerte de que anularan un tanto de José Pozo por un fuera de juego milimétrico previo de Ulloa que quizá habría compensado esa primera mitad en la que faltó resolución. En todo caso, el 1-2 no se movió. Queda la final de Montilivi.