Como los héroes de las películas, Fernando y Ramazani salieron de la Nova Creu Alta con el Almería en brazos y dejando atrás una nube de pólvora que levantó el Sabadell. Victoria épica de los andaluces en su visita a un equipo que fue, por lo general, superior, y que tardó demasiado en encontrar el gol.
Y eso que podría haber llegado pronto. Los de Antonio Hidalgo fueron superiores desde los compases iniciales. Con un Víctor García insistente y una defensa férrea en la que Jaime y Aleix lo cortaban todo, cortocircuitaba la delantera. A Édgar no le salía nada a pesar de que sus intentos eran buenos -le anularon incluso un tanto de chilena- y Stoichkov probaba con pases filtrados que eran ideas interesantes, pero morían en la ejecución.
Tanta duda dio tiempo y espacio a los 'indálicos' para hacer su propuesta de ataque, unipersonal: Largie Ramazani. El belga, de tan solo 19 años, rompió todos los esquemas de la zaga catalana. Marcó un gol que anularon bien por fuera de juego y provocó un penalti que Aketxe mandó al fondo de la red.
El problema fue que la buena noticia de que el Almería se apoyara en un joven iba convirtiéndose en la mala noticia de que el Almería dependiera de un joven. Llegó un momento en que ninguna jugada llevaba peligro si él no estaba de por medio con permiso de los zapatazos siempre imponentes de Aketxe.
En el Sabadell, el acierto que seguía buscando Édgar lo encontró Stoichkov. Aprovechó la mala marca de Peybernes en un centro a la olla y batió a Fernando de un testarazo. El defensa, que vio la amarilla por protestar una posible falta y fue expulsado poco después por un pisotón, sentó las bases de la heroica actuación de su compañero bajo palos.
Fernando, que llevaba sin jugar desde el 17 de octubre, volvió por todo lo alto. Su momento fue la segunda mitad, sobre todo tras su ecuador. Negó el gol a los 'arlequinados' en todas sus formas. A Stoichkov le paró un intento de tanto olímpico y un penalti; a Édgar, un mano a mano.
La capa de héroe que se calzó le sirvió de amparo a Ramazani para decidir el partido en la última jugada. Sirviéndose de una contra que agrietó la defensa rival, se plantó solo ante Fuoli y convirtió aquello de la mala noticia de que el Almería dependiera de un joven en un titular claro: juventud, divino tesoro.