La Regla 11 ha vuelto a decidir un partido de fútbol. En la seguna jornada de la Liga de las Naciones, Alemania e Inglaterra se veían las caras después de comienzos descafeinados con el deseo de acabar con las malas sensaciones. Los germanos estuvieron a punto de hacerlo, pero un gol de Harry Kane a falta de escasos minutos para el final del encuentro los dejó con las ganas.
El delantero del Tottenham, en el minuto 88, anotó desde los once metros tras provocar él mismo un penalti polémico. Fue derribado por Schlotterbeck en el área, donde el zaguero se caía de frente y, sin querer, le golpeó con la pierna en el gemelo, con lo que lo tiró al suelo. ¿En qué está el lío pues? En que Kane estaba en fuera de juego.
La pelota le venía de Sterling, aunque no directamente de sus botas. El extremo había tratado de servir un cuero filtrado que rebotó en un defensa, Klostermann, y que acabó dirigiéndose al punta. Tanto en el momento en que la bola abandona las botas de Sterling como en el que toca las de un adversario, el 'spur' se encuentra adelantado al último defensa.
Carlos del Cerro Grande, que revisó la acción en el monitor del VAR, se fijó tan solo en el contacto entre los futbolistas, no en la posición de Kane. O quizá sí lo hizo e interpretó la jugada entendiendo que, cuando el defensa alemán desplazó la bola, lo hizo con voluntad de jugarla. El problema es que la Regla 11 no termina de darle la razón.
"Se considerará que un jugador en posición de fuera de juego no ha sacado ventaja de dicha posición cuando reciba el balón de un adversario que juega voluntariamente el balón con la excepción de una 'salvada' por parte de un adversario", reza el escrito normativo. La cuestión es pues: ¿era lo del defensa una salvada?
Según la IFAB, una salvada es "una acción de un jugador cuyo fin es detener o desviar el balón o intentarlo, cuando este va en dirección a la portería o muy cerca de ella con cualquier parte del cuerpo excepto con las manos o los brazos (a menos que el guardameta esté en su propia área de penalti)".
Esta descripción encaja con lo que hizo el zaguero germano, pero la posición antirreglamentaria de Kane no se tuvo en cuenta como si el zaguero hubiera querido desplazar la bola deliberadamente hacia atrás. Justo es también reconocer que este tipo de jugadas, se resuelvan como se resuelvan, causan polémica. En la final de la Champions, una similar con Karim Benzema desembocó en gol anulado y, aun así, hubo filípicas a raudales entre los hinchas.
Tanto lío quitó protagonismo a lo que ocurrió, futbolísticamente, en el Allianz Arena de Múnich, entregado a los suyos y testigo de un partido igualado. Los dos equipos gozaron de periodos de dominio y el resultado pudo haber sido perfectamente de victoria de alguno de los dos. Iba a serlo de los de Hansi Flick, aunque los de Gareth Southgate también hicieron méritos para ello. De hecho, en el tramo final, Neuer se convirtió en su peor enemigo con varias intervenciones de mérito.
La que más, probablemente, una a falta de menos de 15 minutos para el término del encuentro, cuando salvó, con el cuerpo, un chut a bocajarro de Harry Kane. A estas alturas del enfrentamiento, el centro del campo apenas contenía la pelota. Era un cara a cara de defensas y ataques en el que Pickford también brilló a pesar de que a él sí le tocó recoger antes un balón del fondo de sus mallas.
Esto lo hizo en el minuto 51, cuando Jonas Hofmann abrió la lata. Tras una gran triangulación de los suyos en zona de tres cuartos, Kimmich le facilitó la pelota para que controlara de espaldas a la meta contraria, cerca de la línea de la frontal. Se dio la vuelta y, lejos de colocar su disparo, recurrió a un golpeo potente y seco al centro que bastó para que el cancerbero contrario, que llegó a desviar la bola con la mano, no pudiera evitar el gol.
Es curioso que Inglaterra, contando con algunos de sus mejores futbolistas arriba, no consiguiera seguir este mismo camino hasta la polémica del penalti. Sterling estuvo eléctrico, como de costumbre, Kane se colocó bien en el área para estorbar constantemente a los centrales teutones y Saka, algo intermitente, también ayudó con sus destellos de calidad. La diana podría haber llegado de muchas otras vías, pero lo hizo a través de la más controversial.
De hecho, el buen hacer de los de Southgate no solo residió en las individualidades. Los suyos se desplegaron bien por todo el terreno de juego para molestar en la salida de pelota y llevar a cabo algún que otro robo de pelota que resultó en oportunidades de gol. El riesgo de esta propuesta, eso sí, estaba en un potencial desorden defensivo si los germanos iban a la contra que estos aprovecharon bien.
En una acción de este tipo, nació el gol de Hofmann, que estuvo muy bien acompañado en ataque. Thomas Müller, sin firmar un sobresaliente, pudo sumarse a la lista de anotadores también. Esto, combinado con la cantidad y calidad de balones rasos filtrados a la espalda de la defensa o de centros colgados por hombres de banda como Raum, sentó la base perfecta para que Alemania cosechara el tanto con el que iba a ganar el partido.
No lo hizo al final por el penalti narrado en los primeros párrafos de esta crónica y tocó repartir los puntos. Con polémica o no, sitúan a Alemania e Inglaterra en los últimos dos puestos de la clasificación del grupo A3 de la Liga de las Naciones, es decir, el tercero de la Liga A. Amargo sabor de boca en resultados y en sensaciones.