Psssss. Esa es la onomatopeya de esta España. Antes era la del ¡ohhhhhh!, con sus signos de exclamación incluidos. Era una España renacentista. De violinistas, poetas, filósofos y librepensadores. Y esta tiene más funcionarios. Más oficinistas. Algún buen pianista, otro pintor de pincel fino, pero muchos de brocha gorda. Es mate, no brilla. Noruega, y no Miami, nos lo recordó.
Dado que las fases de clasificación se han convertido en bulevares para pasear y no en caminos minados, es de recibo pedirle a estos chicos victoria y estilo. Porque saben hacerlo. Y esta vez no llegó ninguna de las dos cosas. King castigó sobre la bocina el latigazo de Saúl.
Y aunque no era cautivadora, salvo algunos partidos con momentos muy generosos, ni continua, ni de nombres ilusionantes, no podíamos reprocharle a 'la Roja' su efectividad. Porque su pleno de puntos no admitía discusión. Ni siquiera hasta el minuto 90 en el Ulevaal Stadion.
Cuesta asumir el final de una generación de héroes del balón. Estos, menos glamurosos, incluso podríamos decir que menos guapos, son tipos más mundanos, aunque también con un grupo resolutivo, unos viejos guerreros bien reciclados, como Navas, Albiol o Cazorla y una generación Sub 21 demoledora con el sensacional Fabián de abanderado. Con aptitudes para haber clavado en Noruega otra banderita en su risk particular rumbo a la Eurocopa. Por eso, y por el palo extemporáneo, quedó la sensación de gatillazo.
Frialdad en Oslo
En Noruega cabía entender un pistón menor. Por relajación. Por la cercanía de la orilla. Incluso por frío. Se produjo, vaya a usted a saber por qué, pero del concierto de Rumanía se pasó al 'unplugged' en Oslo. Solo dos cambios en el once, pero una 'performance' bien distinta. E histórica: once tipos de once clubes diferentes en la alineación. Otra muesca de esta 'new age'.
Con los nórdicos encerrados y los españoles sin abrelatas, el reloj de arena fue un reloj de hielo. La primera mitad podría no haber existido. Debió no haber existido.
Robert Moreno tampoco es un nombre que enganche o descolle. Aunque va sobrado de ambición. Quería clasificarse con el pleno de puntos. Por eso pidió más al descanso. La charla tuvo efecto inmediato: gol de Saúl a los tres minutos.
El tanto, aunque con bastante desaplicación de Jarstein, también sirvió para recordarnos que España posee una generación de muy buenos chutadores. El 'colchonero' lo es con la zurda, si bien la diestra le sirvió esta vez.
El otro tipo que maneja un buen fusil en la pierna izquierda es Fabián. Raro en él, no se había atrevido en toda la noche, aunque nos regaló un delicioso pase a Jesús Navas con taconazo y caño incluidos. Es un jugador sensacional.
Pues el sevillano, decíamos, se animó a cargar su pierna. Primer intento, al larguero; el último, poco antes del show de Kepa, a la cepa del poste izquierdo. Así es Fabián en todo lo que hace, siempre deja eco.
España, en versión mate y no brillo, recordemos, entendió que para ganar solo tenía que dejar pasar el tiempo. Para el seleccionador noruego era una operación a corazón abierto; acabó con tres tanques en el área y ello le valió para desbordar con ataques fruto del corazón y el atropello.
Pero, para atropello, el de Kepa a Elabdellaoui. Fue como esas faltas en ataque que provocan los bases listos en baloncesto. El lateral noruego de aspecto y nombre nada nórdicos intuyó el choque de trenes. Así que acercó la cabeza al balón para llegar el primero; Kepa, ya lanzado y a lo Matzinger Z, se estrelló contra él. Hubo ley de la ventaja y balón a las nubes de King. Tras ello, punto de penalti.
Tranquilo como no había estado antes en sus anteriores ocasiones para haber empatado, Joshua King ajustició un empate que encontraron por insistencia. Y que castigó esta versión tacaña de España.
'La Roja' sin héroes, la noche del gran día de Sergio Ramos, acabó teniendo en Albiol a su mejor hombre. Y vio cómo le echaban para atrás el pasaporte en el control de Noruega. Es una anécdota de cara a la clasificación matemática. Pero psssssss...