El Nápoles es un equipo de Champions aunque el presente diga lo contrario. El pinchazo en San Paolo frente a AZ Alkmaar hizo que algunos dudasen, pero en el Reale Arena el cuadro italiano, obligado por la clasificación, demostró su poso europeo. Sin todas sus figuras de inicio, anuló a la Real Sociedad y selló una victoria cimentada en la defensa que, al margen de suponer un contratiempo para el conjunto donostiarra, encarrila el pase del cuadro italiano tras el tropiezo en el debut.
La necesidad hizo que el Nápoles tuviera una enorme puesta en escena. El cuadro de Gennaro Gattuso, con varios titulares en el banquillo, salió sin complejos y dispuesto a dominar a una Real que se vio sorprendida por la agresividad napolitana.
Lorenzo Insigne estaba al frente de las operaciones en el equipo partenopeo. El transalpino era un auténtico dolor de muelas para la zaga donostiarra y en dos apariciones pudo empezar a decantar el choque, pero ni él ni Mário Rui estuvieron finos a la hora de batir a Remiro.
La lesión de Insigne cambia el panorama
Por fortuna para la Real y desgracia para el Nápoles, Insigne se rompió en el minuto 21 y tuvo que ser sustituido por Hirving Lozano. Un momento que fue todo un punto de inflexión, ya que a partir de ahí el choque cambió por completo.
Desde ese instante, el césped del Reale Arena se inclinó hacia la portería italiana y el equipo de Imanol Alguacil comenzó a tocar con un David Silva que aparecía por todas las zonas del frente de ataque y lideraba también la presión tras pérdida.
La misma hizo que el esférico no le durase más de tres o cuatro toques al equipo de Gennaro Gattuso que, sin embargo, no sufría en exceso en defensa. David Ospina pasó inadvertido y solo un cabezazo alto de Mikel Merino trajo cierto peligro antes del final de los primeros 45 minutos.
Tras el descanso, la película no cambió en absoluto. La Real, con hambre de protagonismo, seguía asumiendo el mismo y continuaba robando el esférico en campo rival ante un Nápoles a la expectativa.
Pese a ello, el cuadro de Gennaro Gattuso no sufría en exceso, aunque sus apariciones ofensivas eran inexistentes desde que Lorenzo Insigne se marchó del terreno de juego por sus problemas musculares.
Gol con fortuna y un Koulibaly imperial
El conjunto vasco, sin mordiente, merecía más por intentarlo, pero ya se sabe que el fútbol no entiende de merecimiento y que el único lenguaje que comprende es el del gol. El mismo llegó en el 55', obra de un Nápoles que, con esa fortuna de los grandes, se vio con el trabajo hecho.
El tanto llevó la firma de un Politano que, en una buena acción por la banda derecha, se plantó en la frontal del área y conectó un disparo con su zurda que tocó lo justo en Sagnon para despistar a Remiro bajo palos.
El mazazo del 0-1 no hundió a una Real Sociedad que persistió en su infatigable labor de encontrar los huecos en un entramado defensivo partenopeo cada vez más plagado a medida que avanzaban los minutos.
Los centros laterales y los intentos de balones filtrados al área eran constantes, pero la figura de Koulibaly se fue haciendo gigante con cada despeje. El central demostró por qué está en la agenda de los más grandes de Europa y dejó claro que esta competición se le queda pequeña.
Solo un remate de Portu obligó a Ospina a realizar una gran intervención en una media hora final en la que los hombres de Gattuso no sufrieron sin balón y generaron peligro en ataque con la entrada de hombres como Mertens y un Osimhen que, antes de ser expulsado en el 93', anotó en el 85' un 0-2 que fue anulado por un resbalón (y doble toque de balón) de Mário Rui al botar una falta.
De esta forma, con un 0-1 similar al encajado ante el AZ Alkmaar, el Nápoles enmendó su error de la primera jornada y puso a la Real en alerta máxima de cara a su doble duelo con el cuadro neerlandés.