El Sevilla se mantuvo con vida en la Copa del Rey gracias a los goles de Jules Koundé y Rafa Mir, que sirvieron para que los de Julen Lopetegui vencieran por 0-2 frente a un Real Zaragoza que mostró un juego muy valiente y atrevido pero carente de efectividad.
La Romareda se vistió de gala para acoger un encuentro que no se producía desde hace nueve años. Un verdadero choque entre dos clásicos del fútbol español que comenzó de forma vibrante en los primeros compases del encuentro.
El Real Zaragoza se mostró muy valiente en desde el inicio y mantuvo esa misma intensidad durante varios tramos del encuentro. En más de una ocasión, el conjunto aragonés consiguió comerle la oreja a su rival.
La estrategia del Sevilla para contrarrestar el ímpetu local era sencilla: prolongar lo máximo posible la posesión para dormir el partido y llevarlo a su terreno. El control eterno del balón era el antídoto de Lopetegui para neutralizar a su rival. Funcionó, pero no de forma prolongada.
De hecho, al borde de la media hora, el Zaragoza volvió a apretar y mostrar los colmillos. No obstante, la solución para la nueva amenaza contra los sevillistas fue otra: Jules Koundé. El francés fue uno de los nombres propios en la primera mitad gracias a un tanto en el 31' que cambió el curso del partido.
La jugada del 0-1 empezó en las botas del Papu Gómez, que puso un balón envenenado al segundo palo para que Montiel rematara con firmeza. El rechace cayó para Koundé, que controló con el muslo en la frontal del área y armó una volea imparable con su pierna derecha para abrir el marcador y darle algo de oxígeno a los hispalenses.
El combinado local no mostró mucho más antes del descanso y, cuando lo intentó, se encontró con una defensa liderada por un providencial Diego Carlos, que entró como titular a última hora y firmó un gran papel. El brasileño solo sufrió para detener a Borja Sainz, que participaba en todas las ofensivas de los maños.
La estrategia de Juan Ignacio Martínez tras la vuelta de los vestuarios volvió a ser atrevida. Al igual que en la primera parte, el Zaragoza comenzó con gran intensidad, aunque esta vez logró mantenerla durante mucho más tiempo. Tuvo trabajo Dmitrovic para bloquear bajo los tres palos las constantes aproximaciones de jugadores como Petrovic, Narváez o Borja Sainz.
Ante la insistencia de los suyos, La Romareda comenzó a creer y apretar con mayor intensidad. Parecía que el combinado aragonés sería capaz de igualar el encuentro, pero de nuevo hubo otro nombre propio en el banquillo sevillista que volvió a verter un jarro de agua fría en Zaragoza.
En este caso, el protagonista fue Rafa Mir, que había saltado al césped tras el descanso. No perdonó en el 69' cuando recibió un pase en profundidad de Ocampos. El delantero español se plantó frente a Ratón, pensó dónde podía enviar el esférico y así lo hizo para convertir el 0-2 definitivo.
Los dos partícipes del segundo tanto fueron los responsables de apagar el ardor de los locales y también generaron las numerosas ocasiones del cuadro andaluz hasta el final del encuentro. Ambos pudieron hacer el 0-3, pero el guardameta del Zaragoza no hizo más concesiones.
Finalmente, el 0-2 fue el resultado que sirvió para que el Sevilla alcance los octavos de final de la Copa del Rey. Los de Lopetegui sufrieron, pero finalmente hicieron efectiva su superioridad frente a un Real Zaragoza que dejó toda la carne en el asador, pero se marchó sin premio.