Solo hizo falta echar un ojo a la llegada de Takefusa Kubo a Madrid para entender lo que supone y supondrá para el fútbol japonés. Es, con diferencia, la gran joya del balompié nipón. De ahí que debutara con el combinado absoluto con apenas 18 años. El Madrid, más listo que ningún otro club, le echó el guante.
Y, sorprendentemente, Kubo está siendo una de las grandes atracciones de la estadía del conjunto blanco en Montreal. Además de por mediático, el jovencísimo atacante está destacando por su facilidad para aclimatarse a una plantilla que aspira cada temporada a pelear por todos los títulos a su alcance.
Mientras en el Barça se tiran de los pelos por haber perdido la ocasión de ficharle, en Japón se relamen por la visibilidad que está dando al fútbol de aquel país. Concretamente a su Liga, la J-League, que aspira a estar entre las mejores del planeta en 2030. De hecho, Kubo entra dentro del plan.
"Tenemos un proyecto a largo plazo para convertirnos en la cuarta Liga mundial en 2030. El interés de las empresas viene y va pero nosotros queremos clubes con proyectos de futuro", dijo Mitusru Murai, el presidente de la Liga Japonesa. La intención es firmar a jugadores que fueron referencias mundiales, como Villa, Torres o Iniesta, para exportar el joven producto nipón.
Kubo es solo un ejemplo, pero ya son varios los futbolistas japoneses que engrosan las mejores competiciones europeas. El Barça, sin ir más lejos, anunció la contratación de Hiroki Abe con vistas a sacarle rendimiento más pronto que tarde. Y en Japón, mientras tanto, confían en que lo mejor que tienen marque diferencias en Europa. Kubo, como otros, es un jugador de Estado.