La escena ha sido lo más comentado de la última jornada del fútbol portugués, por lo abochornante que fue. La afición del Oporto ha decidido rendir homenaje a su futbolista como se merece.
Ante el Portimonense en O Dragao, en el minuto 11, el número del dorsal de Marega, los aficionados del Oporto ovacionarán a su jugador, protagonista por su reacción a los insultos racistas recibidos en Guimaraes.
La situación fue esperpéntica. El jugador, tras aguantar las faltas de respeto desde la grada se hartó y quiso marcharse del campo. Sus compañeros, en lugar de apoyarle, trataron de convencerle de que se quedase.
Para colmo, el colegiado le amonestó. Él, hecho una furia, acabó yéndose por la bocana del tunel de vestuarios mandando un gráfico mensaje a la grada, dedicado a todos aquellos que le insultaron.
La escena ha causado un gran impacto en Portugal, un país en el que los incidentes racistas no abundan (no al menos al nivel de Italia, claro está), pero que, como vemos, está lejos de estar libre de pecado.