Hablar de Estados Unidos es hacerlo, con total probabilidad, de la gran potencia dominante en el mundo del fútbol femenino.
El combinado de las barras y estrellas suma un total de tres coronas mundiales y a partir de este martes busca su cuarto entorchado.
Todos los logrados hasta el momento han sido muy festejados, pero ningún título fue tan carismático y tan icónico como el de 1999.
Y es que aquel campeonato, el segundo en la cuenta particular de las americanas, se logró en casa, ante su afición, y dejó uno de los momentos más recordados de la historia del fútbol femenino.
En aquel Mundial, Estados Unidos se impuso a China en la final en la lotería de los penaltis, siendo Brandi Chastain la encargada de anotar el lanzamiento definitivo.
Tras su gol, la jugadora explotó de alegría, quitándose la camiseta como sus homólogos del fútbol masculino y mostrando su top deportivo. Una instantánea que, por raro que parezca ahora, causó un gran impacto.
Aquella imagen dio la vuelta al mundo y fue vista como un momento de liberación en todos los sentidos para el fútbol femenino global y en concreto para el norteamericano, que intentará en Francia seguir rompiendo barreras a la vez que agranda su leyenda.