Del fútbol siempre se ha dicho que es un deporte de caballeros practicado por villanos. La picaresca y los subterfugios están a la orden del día. Desde pequeños se enseña a los futuros futbolistas esas malas artes.
También lo ven en la televisión. Ven a sus ídolos bramando contra los colegiados, o tratando de engañar con fraglantes piscinazos. Quizá por eso nos llame tanto la atención esta charla. Porque no dice nada que no debiéramos tener todos bien interiorizado.
Es una charla que, quien haya jugado al fútbol, incluso en una liguilla amateur con sus amigos, habrá recibido alguna vez del árbitro. Y comienza con algo que no debe olvidarse jamás: "Habéis venido a divertiros", les dice Antonio Luis Cabo López, colegiado del partido.
1 de octubre de 2018
La competitividad del fútbol muchas veces nos impide disfrutar del deporte rey, y lo ensucia. Ojalá los futbolistas profesionales recibieran esta clase de charlas, y si lo hicieran, no fueran tan mezquinos de hacer caso omiso de las mismas.
¿Cómo es posible que en otros deportes el árbitro sea sagrado, y la simulación, una aberración, y en el fútbol el colegiado sea el banco de las iras de jugadores y público y el 'piscinero' sea un héroe? ¿Cuándo se pervirtió el fútbol hasta ser la antítesis del juego limpio?