Cuando los focos apuntaban a Modric, Rakitic, Perisic y el resto de magos croatas, Subasic ocupaba un segundo plano. Favorita, con argumentos y después de una fase de grupos inolvidable, Croacia llegaba con la cabeza muy alta, demasiado, pero tuvo tiempo para bajarla y acabar subiéndola aún más.
Los ídolos, los magos y los que más hacen trabajar a las máquinas serigrafiadoras no comparecieron y Subasic tuvo que sacar la chistera. Fue el salvador, el ilusionista improvisado que saltó al escenario al final de la función para cambiar todo de color y llevarse el aplauso del público. Dejó la gloria para el final, cuando todo dependía de él y sus compañeros no podían hacer más que cumplir desde los once metros.
4 minutos que fueron 90
Más que intenso, el partido tomó un rumbo impredecible en los primeros 240 segundos. Jorgensen tardó poco más de un minuto en colocar el primero gracias a una jugada enmarañada en el área de una Croacia dormida y Mandzukic sepultó el desconcierto tres minutos más tarde al aprovechar un pase de Vrasljko.
Fueron cuatro minutos que condensaron lo que debió ocurrir en los 86 restantes, en los que esa intensidad se desvaneció en pos de la falta de ocasiones promovida por el gran planteamiento danés y la escasa participación de los reyes del centro del campo croata: Rakitic y Modric.
Asfixiada la sala de máquinas de Croacia, Dinamarca llegó incluso a asumir el mando en el segundo acto. Eriksen no defraudó y sólo el larguero pudo rechazar su ascensión a la gloria. Los balcánicos sólo se dejaron ver por el área rival mediante chispazos de sus dos genios y alguna que otra subida de un Perisic al que le faltó lucidez en los últimos metros.
El espejo que rompió Modric
La prórroga fue un calco de los 90 minutos pero a la inversa. El tiempo reglamentario condensó la emoción en el inicio, y la media hora definitiva lo hizo en el final, cuando Modric tuvo la oportunidad de mandar a Dinamarca a casa desde los once metros.
El '10' empujó a Rebic al área con un pase para guardar en la hemeroteca y Jorgensen lo atropelló. Schmeichel se hizo grande y atrapó el lanzamiento, mostrándole el camino a un Subasic que, hasta el momento, casi no había tenido que trabajar.
Más bingo que lotería
La suerte pasó a un segundo plano. La lotería fue un bingo entre los dos porteros, que fueron gritando sobre la línea y marcando el cauce de la clasificación. Subasic tapó tres disparos y no se vino abajo cuando Schmeichel le replicó con sendas paradas a sus dos primeras atajadas. Ganó quien más paró y ese fue el croata.
Modric pudo redimirse y respirar al anotar el segundo de Croacia. Eriksen fue determinante al marrar el primero danés. Rakitic anotó el definitivo, pero no le quitó la chistera a Subasic. Esta vez, la magia la puso él.