Las vueltas que da la vida son, en la mayoría de ocasiones, inesperadas y llevan consigo una narrativa que merece la pena ser contada. En una de esas está Ángel Correa, jugador fundamental para que el Atlético haya levantado su undécimo título de Liga.
El argentino ha cuajado una recta final de campeonato de 'crack'. Se ganó el puesto de fijo con un Cholo que no se casa ni con sus estrellas, ejemplo claro con las suplencias de Joao Félix o los cambios de Suárez.
La confianza del técnico ha dado resultados. Y no unos más. Correa ha dejado atrás la temporada 2020-21 como la mejor vistiendo la elástica rojiblanca: ha jugado 48 partidos, marcado nueve goles y repartido once asistencias.
Por si fuese poco, este sábado fue capital en la victoria de su equipo en Pucela. Se sacó una genialidad de la bota con un taconazo al más puro estilo fútbol sala. Ese recurso le valió un empate al Atleti que precedió al tanto de Suárez con el que se selló el triunfo.
Confiar, confiar, confiar y volver a confiar
No obstante, sus inicios estuvieron lejos de la exuberancia actual. Con solo 19 años, le diagnosticaron un tumor en el corazón cuando estaba pasando los reconocimientos médicos con la entidad de la capital.
Era el gran paso de su carrera. Dejaba San Lorenzo para cruzar el charco y aterrizar en Madrid, pero su sueño tuvo que frenarse en seco. Esa anomalía le llevó al quirófano y le tuvo fuera de los terrenos de juego seis meses.
El tumor resultó ser benigno, pero la delicadeza de la intervención hizo que cumpliese los plazos establecidos para su recuperación. Además, su contratación con el Atleti quedó suspendida hasta conocerse su evolución.
Por suerte para Correa, y para la afición rojiblanca, su rehabilitación cumplió con los pronósticos más positivos y pudo volver a vestirse de corto. Ahora, es uno de los grandes artífices de que la entidad haya vuelto a desbancar en Liga a los dos grandes colosos en España.