A Benítez le sentenciaron por romper con sus ideas y sentar a Casemiro en un 'Clásico' que acabó 0-4 y con su carrera en el Real Madrid. Hoy, Zidane ha repetido los errores de su antecesor. Ha roto con sus ideales y montó un once en base al rival. Siendo el Bernabéu, la temerosa apuesta terminó por volverse contra él y retratarle durante una segunda parte para olvidar. Tuvo miedo y en Chamartín eso es inconcebible, menos si vienes de convertirte en el mejor club del mundo.
Zidane decidió sentar a Isco, pero no para dar entrada a Bale o Asensio. Se reforzó con Kovacic, pensando que este era el mismo Barcelona al que aplastaron en agosto. Craso error. Valverde ha mimado y madurado su proyecto. Desde el silencio, escondiendo los mil dramas que ha vivido el club desde entonces.
Y eso que en la primera parte la apuesta no le salió del todo mal. El Madrid contuvo al rival, presionó arriba y tuvo un remate al palo con Benzema. También salvó Keylor de las irrupciones de Paulinho. Todo parejo, poco espectáculo. Enésima demostración de que Benzema, pese a su 'affair' con la madera, no está para ser titular en este equipo si eso obliga a renunciar al talento de Isco, la velocidad de Bale o la potencia de Asensio.
El malagueño, líder espiritual del equipo durante su travesía de tres meses por el desierto, vio todo el partido desde el banquillo. Su suplencia fue una declaración de intenciones, el reflejo de un temor, de una pesadilla que se convirtió en realidad. Mientras el madridismo se rasgaba las vestiduras, la segunda parte se convirtió en un ejercicio de realidad. Se vio venir desde el primer contacto con el balón tras la salida de vestuarios. El Madrid había perdido fuelle y el Barcelona tocaba a su antojo. Zidane lo vio venir, como todo el estadio, pero no hizo nada. Se escudó en su banquillo a esperar que el cántaro se rompiera.
Zidane y Benzema, en la diana
Busquets mareó a Kroos en una losa y lanzó a Rakitic para el contragolpe del 0-1. En el Madrid guardaba Kovacic el repliegue, pero el croata le hizo el pasillo a su compatriota, más pendiente de un posible estornudo de Messi que de frenar una contra tan peligrosa como la que terminó de romper el partido. Remató Suárez ante un equipo que se había quedado sin oxígeno de repente.
Lo volvió a ver Zidane, pero estuvo lento. En el proceso de sacar a Bale y Asensio, Carvajal se expulsó intentando evitar el gol de Paulinho y dándole la oportunidad a Navas de mantener el 0-1. No funcionó... Y Zidane se coronó metiendo a Nacho para evitar que la herida se hiciera más grande. Se fue Benzema, pitado una vez más, en un cambio incomprensible.
Reaccionó el técnico a los pitos, y luego dio entrada a Bale y Asensio en pleno baño de posesión culé. Quitó a Casemiro y Kovacic, haciendo menos comprensible el cambio anterior. Con Zidane perdido, los jugadores sacaron algo de corazón y rozaron el 1-2. Esa reacción no hizo más que dejar en evidencia a su entrenador, que firmó su peor día en el banquillo del Madrid.
Aleix hundió un poco más la espada en el descuento, para despedir 2017 con un partido de pesadilla, de rodillas ante el máximo rival y dejando la Liga en bandeja a un equipo al que aplastaron a doble partido en agosto. No será una Navidad tan blanca como esperaban en el Bernabéu, cuyo horizonte se ha complicado en exceso, con la Liga casi perdida, el PSG en octavos y el siempre resquicio menor de la Copa como mejor baza para acabar el curso. Y lo que es peor, muchos nombres en la diana...