Dicho protocolo dispone que los árbitros detengan el partido ante incidentes racistas de público y soliciten la difusión de un mensaje que inste a los aficionados a deponer su actitud. A continuación, pueden suspender el encuentro hasta que los aficionados modifiquen su conducta y emitir una nueva advertencia.
En caso de que esta medida no surta efecto, los árbitros podrán abandonar el encuentro, recordó la FIFA después de que en la reunión de su Consejo, previa al Congreso de mañana, este foro manifestara su preocupación por "los graves incidentes racistas acaecidos recientemente".
El Consejo insistió en que "las federaciones miembro y los árbitros deben estar dispuestos a aplicar una política estricta para actuar ante casos similares en el futuro y aplicar el protocolo de tres pasos".