Casta, sacrificio, honor. El Málaga hizo un partido de dos caras ante el Lugo y acabó arrancándole un punto en La Rosaleda. Primera mitad muy, muy efectiva de los de Mehdi Nafti, que, después, no fueron capaces de evitar que el arreón rival les sobrepasara y se vieron obligados a repartir el pastel.
Y eso que el equipo hizo unos 45 minutos iniciales muy serios. No permitía que el conjunto andaluz generara prácticamente ninguna ocasión de peligro o disparo a puerta. Venancio y Diego Alende, a un nivel soberbio, crearon la base perfecta de un ataque casi infalible.
Hugo Rama abrió la lata con un disparo raso desde la frontal ante el que no pudo hacer nada Dani Barrio y, poco después, Venancio coronó su solidez defensiva con un testarazo que valió por el 0-2. Al cuadro costasoleño no le salía nada y su contrincante estaba de dulce.
Esa fue la primera cara de la moneda. La otra, en la segunda mitad. El Málaga protagonizó un arreón encomiable a pesar de estar con uno menos sobre el campo y, de la mano de un Juande imperial -'Aerolíneas Juande' ya voló antes...-, se hizo con un punto. Joaquín Muñoz, desequilibrante; Yanis Rahmani, correoso, y Ramón, creciendo a pasos agigantados.
Merece un aparte la condición de inferioridad numérica de los de Pellicer. Carrillo pisó el tobillo de Caye Quintana en una de esas acciones que, tras revisión del VAR, suelen acabar en roja directa, pero quien se fue a las duchas fue el delantero malaguista, que se encaró con su rival y le propinó un cabezazo.
Polémicas y líos aparte, el conjunto blanquiazul se ganó un empate de oro que refrenda las buenas sensaciones que dio la victoria ante el Girona. El Lugo suma su tercer partido consecutivo sin vencer y lo hace son un sabor muy amargo: se le escapó un triunfo que tenía en la buchaca.