Todos los equipos tienen su leyenda negra. River huye de cierto fantasma, el Atlético lo hace de una ciudad portuguesa... pero lo del Bayer Leverkusen en 2002 fue llevar el gafe a otro nivel.
No hay un solo aficionado del cuadro aspiríneo que haya olvidado aquel curso. Ya de por sí era un equipo acostumbrado a estar a la sombra con una larga lista de finales perdidas.
Pero en 2002 el equipo era uno de los más potentes que tuvo nunca. Berbatov, Zé Roberto, Lucio o Ballack estaban entre sus nombres más destacados. Además, era líder de la Bundesliga y estaba en las finales de Pokal y Champions League.
El primer declive llegó en la Bundesliga. Con cinco puntos de ventaja y tres jornadas por jugarse, dos derrotas consecutivas permitieron al Borussia Dortmund adelantarle por la derecha.
Salieron con ganas de redimirse en la final de la Pokal ante el Schalke 04. Comenzaron ganando y, sin embargo, sus ilusiones se desvanecieron con la reacción de los 'mineros' en la segunda mitad.
Fue un segundo golpe muy duro y, en el horizonte, aguardaba el Real Madrid. Pero ese 15 de mayo, con empate a uno el marcador, fue el momento que eligió Zinedine Zidane para sacarse de la chistera la volea de la novena.
Una serie de catastróficas desdichas que aún persigue al club y que le dejó con el sobrenombre de 'Neverkusen'.