Ambiente con sabor a final en el Allianz Parque de Sao Paulo. Un día grande para dos conjuntos que querían alcanzar la gloria de una gran cita, pero que solo unjo fue el encargado de hacerlo. La magia de la Libertadores llevó a Athletico Paranaense a la segunda final de su historia. Y lo hizo ante todo un bicampeón como Palmeiras, que demostró garra y coraje, pero que no pudo conseguir el premio final.
Quizás le faltó ese golpe de suerte, oportunismo y perseverancia que otras tantas veces ha tenido a lo largo de su historia en esta competición. Aunque si algo no se le puede achacar al conjunto de Abel Ferreira es el trabajo hasta el último suspiro.
El 'Verdao' era conocedor de que tenía que salir a morder a su rival si quería tener una mínima opción de remontar la eliminatoria. Y desde luego que así fue. los primeros compases del choque evidenciaron la reacción local. Tal fue así que, en el minuto tres ya se había adelantado en el marcador. Recuperación de Zé Rafael, que armó el contragolpe del 'Verdao' a toda velocidad. Tras un primer remate, Gustavo Scarpa recogió el rechace y cruzó el esférico para batir a Bento.
El asedio fue constante y Paranaense no las vio venir. El destino parecía vaticinar un nuevo encuentro a favor de Palmeiras. Sin embargo, el cuadro de Scolari, esta noche ausente por sanción, no se iba a dar por vencido así como así y comenzaron a salir de su letargo inicial.
No obstante, las mejores oportunidades de gol siguieron llegando para el cuadro local. Un cuadro local que vio como todo su trabajo se pudo echar a perder al filo del descanso. Murilo cometió una entrada criminal sobre Canobbio y, aunque en primera instancia fue amonestado con amarilla, tras consultarlo en el VAR, el colegiado rectificó su decisión y lo mandó al vestuario tras esa terrible plancha.
La segunda mitad comenzó con movimientos en ambos banquillos, pero, sobre todo, con más ocasiones. Unas oportunidades que dieron su fruto para el 'Verdao' en el minuto 55 y tras una jugada ensayada en un saque de banda y remate de cabeza del eterno capitán Gustavo Gómez.
A Paranaense se le empezó a poner cuesta arriba el sueño de una nueva final, a la que no llega desde 2005. Sin embargo, en el fútbol, hay veces que aparece un arma más poderosa incluso que la propia calidad: la ilusión.
El 'Furaçao' no dejó de creer en ningún momento y se aprovechó de los espacios atrás de Palmeiras al estar con un futbolista menos. Pablo, que apenas llevaba un minuto en el terreno de juego culminó una buena jugada trenzada de todo el equipo al segundo palo y volvió a igualar la contienda.
La valentía del cuadro de Abel Ferreira fue persistente y los últimos 20 minutos de juego fueron una batalla a dos bandas de ambos conjuntos que hicieron presagiar un final épico.
El intercambio de golpe entre Palmeiras y Paranaense fue real. Ni el mayor pronosticador del planeta Tierra hubiese sido capaz de 'mojarse' por un resultado y los penaltis ya se comenzaron a vislumbrar en el horizonte.
Pero el tiempo se paró en el 86' tras el remate de Terans al arco, desviado por un defensa, y que acabó por batir a Weverton a falta de cuatro minutos para el final del tiempo reglamentario. Otra vez en el último suspiro al igual que sucediese en los cuartos ante Estudiantes.
El nerviosismo se hizo palpar en el Allianz Parque. Palmeiras quería el gol aunque le fuese la vida en ello y para el 'Furaçao' parecía que no pasase el tiempo. Una auténtica odisea de final del duelo que dejó a Paranaense con el primer billete de finalista en su bolsillo y el mérito de haber acabado con todo un campeón como el 'Verdao', que en ningún momento se dio por vencido.