El fútbol es un deporte de equipo, y el Eibar se lo hizo saber al Valencia. Equipo es solidaridad, apoyo y ayuda entre compañeros. Parecía por momentos que el Eibar jugaba con 12 o 13 futbolistas. Anuló por completo a su rival.
No fue un partido brillante, pero sí fue intenso. No dio el Eibar un respiro al Valencia. Los de Celades se vieron sobrepasados por la presión que le impuso a su juego el rival, y fueron incapaces de trenzar más que un puñado de jugadas de ataque.
Obligaba el Eibar a rifar el balón con demasiada facilidad al Valencia. Presión, robo o pelotazo, balón para el Eibar. Así, durante gran parte de los 90 minutos de juego.
No estaba cómodo el Valencia, pero al menos no sufría. Tenía paciencia el cuadro 'che'. "Ya se les acabará la gasolina", parecían pensar. Pero no son jugadores los hombres de Mendilibar, son perros de presa.
El desconcierto era total en el conjunto valenciano. No sabía qué hacer para quitarse de encima la presión del rival. Cada vez que un jugador suyo contactaba con el balón y levantaba la cabeza, veía al menos a dos de azulgrana tapando todos los huecos.
Y, para colmo, en una jugada aislada, se encontró por detrás en el marcador. Insistía el Eibar con centros laterales, ¿cómo iba a desaprovechar un córner? La suerte se alió con los 'armeros', porque nadie tocó el balón y le cayó al pie de un Kondogbia que corría mirando cómo cubrir a su par.
Punterazo involuntario y gol ante un Cillessen que nada pudo hacer para sacar ese disparo a bocajarro. Y lo peor de todo fue que el Valencia no pudo reaccionar. Porque el Eibar no bajó el pistón.
No creó más peligro, pero no dejó a su rival asentarse en el campo. Es otra forma de defender, mucho más sacrificada que la que emplean otros equipos. El Eibar no se encierra, te encierra con su presión.
Así pasaron los minutos, llegó el descanso, se inició el segundo tiempo, comenzaron los cambios... Y nada cambió. De hecho, las mejores del segundo tiempo fueron para los 'armeros', un libre directo de Cote que un vuelo de Cillessen evitó que fuera el 2-0, o un remate de cabeza de Enrich que el neerlandés sacó de la cepa del poste.
El Valencia apenas probó a Dmitrovic. Estaba ahogado por su rival. Y ni cuando el Eibar cerró filas y dio un paso atrás, a cinco del final, pudo meterle mano.
Le faltó brillantez al juego del Valencia. Dinamismo. Chispa. Le faltaron muchas cosas, pero no fue solo demérito suyo. El Eibar jugó un partido de diez. Consciente de sus limitaciones, Mendilibar, por segundo partido consecutivo en la grada, jugó sus cartas y ganó.
Anuló el Eibar al Valencia y se llevó tres puntos con los que no contaba. Tres puntos que no es que pongan el descenso al rojo vivo, es que más bien empujan al abismo de Segunda a los tres que lo ocupan en estos momentos.
Y el Valencia... El Valencia dice adiós a la Champions, como hiciera también la Real Sociedad tras caer ante el Celta. El Sevilla está a siete puntos. Están los de Celades en estos momentos fuera de Europa, en octava posición.