Volver a ver una generación como la de Xavi, Iniesta, Messi, Busquets y compañía es (casi) imposible. Esa época ya es pasada y el nivel de las categorías inferiores del Barcelona desde entonces ha tenido muchos altibajos, pero este martes en Champions aparecieron ilusiones renovadas.
En una temporada que se prevé de transición, sin posibilidad de fichajes debido a los problemas económicos, los jugadores de casa pueden ser una buena baza para los planes de Koeman, y así lo demostraron Óscar Mingueza y Carles Aleñá frente al Dinamo de Kiev.
En primer lugar, el central debutó con el equipo junto a Lenglet en el centro de la defensa y cuajó un partido muy sólido en la zaga, además de demostrar la gran capacidad que tiene en la salida de balón, característica indistinguible de los futbolistas de La Masia.
"Se lo dedico a mi gente porque solo ellos saben cuántas horas de trabajo y cuánto sacrificio cuesta jugar en el Barça", dijo Mingueza tras finalizar el choque europeo.
El otro jugador que dejó buenas sensaciones fue Aleñá, con una trayectoria en el Barça más que irregular. Por ello, salió cedido la temporada pasada al Betis para recuperar sensaciones y minutos, etapa que le vino bien para su maduración futbolística.
El centrocampista jugó en el doble pivote junto a Pjanic y estuvo muy participativo durante todo el encuentro, recordando al mejor Aleñá que se pudo ver en 'Can Barça', por lo que la ilusión con La Masia vuelve a crecer de forma exponencial.