De nuevo el deporte y en este caso el fútbol se convirtieron en un espacio de reivindicación cultural. El pasado martes, un grupo de mujeres iraníes presenciaron 'in situ' el partido de su selección en la victoria 2-1 ante Bolivia.
Lejos de sembrar un precedente positivo en la cultura musulmana, la presencia de mujeres ha servido únicamente para reavivar, y de nuevo sacar a la luz, un hecho conocido en este tipo de sociedades tan marcadas por la religión: los excesos machistas ligados al deporte.
"Somos un país musulman, y que las mujeres vayan al fútbol a ver correr semidesnudos a los hombres solo puede conducir al pecado", dijo Mohammad Jafar Montazeri tan solo 48 horas despues del partido.
Se trataba simplemente de un leve paréntesis, un respiro para aquellas aficionadas al fútbol que ven cerradas -una vez más- las puertas del mundo de los hombres.
Desde el triunfo de la revolución islámica de 1979, las mujeres de Irán tienen prohibido asistir a los estadios de fútbol, pero ellas siempre lo han intentado.
Sin embargo, este veto levantado por el presidente del país, Hassan Rohani, propiciaron esa posibilidad. De hecho, debido a esta medida, se está produciendo una guerra dialectal en el país donde chocan la corriente moderada y la ultraconservadora.
Precisamente a esta última pertenece Jafar Montazeri. "No permitiremos que vuelva a suceder. En Irán las mujeres no pueden ir al fútbol", sentenció.