Laurent Koscielny nació en Tulle, capital de Corrèze el 10 de septiembre de 1985, hace 34 años. Fue precisamente en el equipo de su localidad donde empezó a jugar, luego pasó al Limoges, club a tan sólo 88 kilómetros de distancia de su casa, para después dar el salto al Guimgamp.
Este verano, después de forzar una salida que llegó a ser polémica, volvió a Francia. Y lo hizo a cambio de un contrato por tres temporadas y a una ciudad relativamente cerca de su hogar. Koscielny quería cerrar un círculo y lo hizo; se asentó en Burdeos, a poco más de dos horas en coche de casa.
Al sudoeste del país galo, bajo las órdenes de Paulo Sosa, el internacional vive como jefe de la defensa 'marine et blanc' alejado de los problemas con las lesiones que tanto tiempo le alejaron del césped en el pasado.
Desde su fichaje por el Arsenal en la temporada 2010-2011, a Koscielny se le diagnosticaron 50 percances físicos. Diez en 2014 y 2017, siete en 2017 y en su última temporada.
Fueron habituales sus problemas de espalda y en el muslo, pero la más grave fue en el tendón de aquiles, que le mantuvo de baja de mayo a diciembre en 2018. Pasó de jugar una media de 40 partidos, a descender hasta los 30 en los dos últimos años en el Emirates.
El regreso a Francia se planteó como una necesidad, aunque las formas le traicionaron después de nueve años sirviendo a los 'gunners'. Ahora vuelve a disfrutar jugando al fútbol, mirando al mar cerca de Tulle, sano y al pie del cañón.