Entonces, los vitorianos hicieron una competición perfecta y eliminaron a Gaziantepspor, Lillestrom, Rosenborg, Inter de Milán, Rayo Vallecano y Kaiserslautern. Sin embargo, vieron cómo la suerte les daba la espalda en la final y, tras remontar hasta en dos ocasiones, perdían en la prórroga con un autogol de Geli.
El Liverpool, imponente, formó aquel día con varios de los mejores jugadores de Europa. Jugaron para los 'reds': Westerveld; Babbel, Hyypia, Henchoz (Smicer), Carragher; McAllister, Hamann, Gerrard, Murphy; Heskey (Fowler) y Owen (Berger).
Herrera; Contra, Karmona, Téllez, Eggen (Iván Alonso), Geli; Jordi Cruyff, Tomic, Desio, Astudillo (Magno) y Javi Moreno (Pablo) fueron los héroes del Alavés aquella noche del 16 de mayo en el Westfalenstadion.
El partido rápidamente se le puso de cara a los británicos con los tantos de Babbel ('4) y Gerrard ('16). Mané comprendió entonces que se había equivocado con la defensa de 5 y sustituyó a Eggen por Iván Alonso, que rápidamente hizo un tanto del 2-1 que volvía a meter a los vitorianos en el choque.
Un penalti decisivo.
Pero el destino le tenía reservado al Alavés un mal trago todavía en la primera mitad. Penalti en el '43 y gol de McAllister para poner un 3-1 casi irremontable de cara a la segunda mitad. Los de Mané estaban jugando mejor, pero este tercer gol les dejaba al borde del k.o. de cara a la reanudación.
Sin embargo, lejos de bajar los brazos, el técnico vasco decidió reemplazar a un centrocampista defensivo, Martín Astudillo, por otro delantero, Magno, y el Alavés le dio la vuelta al partido en 6 increíbles minutos de la reanudación gracias a dos tantos del oportunista Javi Moreno.
El equipo vasco lo tenía en su mano, pero entonces Mané pensó que estaba corriendo muchos riesgos y con 3-3 retiró a Javi Moreno, uno de los mejores, para introducir un centrocampista, Pablo Gómez.
El Liverpool recuperó el dominio en el partido con un tanto del recién entrado Robbie Fowler ('73) y parecía que la final volaba hacia Anfield, pero, en el '89, Jordi Cruyff puso el definitivo empate a cuatro que mandaba el choque a la prórroga.
El autogol de Geli.
En ella, el Alavés, muerto, pagó la doble remontada y veía cómo además se quedaba con 9 tras las expulsiones de Magno y Karmona. La de este último dio origen al autogol de Geli, que además fue definitivo porque entonces estaba vigente el gol de oro.
Quedaban apenas 3 minutos para una tanda de penaltis que hubiera podido llevar al Alavés a un histórico título, pero lo cierto es que, como muchos de sus jugadores afirmaron después, aquella derrota fue mucho más grande que ganar un título: 'la derrota más dulce de sus carreras'.
16 años después, los vitorianos tendrán la oportunidad de cambiar la historia y tomarse una revancha ante otro gigante: el Barcelona de Luis Enrique.