Las variables que intervienen en la definición de un partido son tan amplias y diversas que, a veces, solo consiste en dar con una pequeña tecla. Un balón que entra o no, un jugador que arriesga o un cambio de piezas que incluye también permuta en el dibujo.
Eso mismo fue lo que hizo este domingo Frank Lampard para llevarse el derbi londinense de la necesidad, que dejó a Arteta, el Arsenal y todo el Emirates Stadium con cara de circunstancias. Cuando peor lo tenía el equipo 'blue', en pleno vendaval local tras el 1-0, el técnico dio entrada a Jorginho por Emerson. La sustitución movió piezas, el Chelsea pasó a un 4-3-3 y el Arsenal comenzó a atorarse.
Los 'gunners' presionaron desde el principio muy arriba a su rival, cortocircuitado en su propio campo ante la presión que el centro del campo de Arteta ejercía más allá de la divisoria. El míster planteó un duelo físico en el que la ocupación de espacios iba a ser uno de los factores clave.
A los 'blues' se les metió una mota de polvo en el ojo llamada Mesut Özil, que hizo y deshizo como quiso en una primera mitad en la que el Arsenal bailó al compás de un futbolista al que la calidad se le cae de las manos cuando está inspirado.
Özil puso el fútbol y Aubameyang el gol en el minuto 13. Precisamente en un saque de esquina del germano que Chambers peinó en el primer palo y el delantero 'gunner' cabeceó con un escorzo a la red. Premio justo para un equipo 'gunner' que avasallaba en los primeros 45 minutos a su rival.
Entonces, Lampard se atrevió con el cambio. Seguro que muchos se lo habrían afeado si las cosas no hubieran salido como pretendía. Cosas del fútbol y de los resultados. Antes Arteta tuvo que retirar a Chambers por lesión y meter a Mustafi (23').
El Chelsea mejoró considerablemente en lo que quedaba de primera mitad y fue otro tras la reanudación. Otra vez Lampard tiró de fondo de armario. Esta vez con una prenda aún por estrenar. Puso a Tomori en el 59', un futbolista de 19 años que en banda demostró polivalencia y que se está ganando un sitio bajo la mirada de Lampard.
Los hombres de Arteta, cada vez más aculados, comenzaron a buscar las interrupciones, y el Chelsea construía a toda velocidad desde atrás. El colegiado le perdonó la segunda amarilla a Jorginho en el 77'. Una decisión que iba a cambiar el devenir de los acontecimientos.
Con Odoi-Hudson también sobre la hierba, Lampard ya no podía quemar más naves. Fue precisamente Jorginho quien forzó una falta en el 83'. El envío al corazón del área se lo tragó incomprensiblemente Leno y el propio centrocampista remató a placer. Revisó el VAR una posible falta, pero el tanto acabó subiendo al electrónico.
Arteta emuló a su homólogo metiendo a Pepé por Nelson. A fin de cuentas, el empate dejaba una sensación mucho peor en los 'gunners'. Pero lo que acabó llegando fue la remontada del Chelsea, en una contra lanzada por Willian que Abraham finalizó por debajo de las piernas de un Leno que no tuvo su mejor día.
Arteta tiene motivos para preocuparse. No pudo pasar del empate en Bournemouth y, cuando hizo funcionar al equipo ante el Chelsea, perdió la apuesta frente a Lampard. El Arsenal, de momento, no arranca con el vasco.