Además de estos cabecillas, los fuerzas del orden también alertaron de unas 40 personas posiblemente involucradas en actividades similares, por lo que se dio la orden de búsqueda y captura a lo largo de diferentes puntos de la geografía italiana.
Según estas fuentes, dichos líderes ya habían trazado una estrategia criminal para chantajear a la Juventus toda vez que el club había aplicado algunas limitaciones a los privilegios de que disponían algunos grupos ultras.
La policía llevaba un año y medio detrás de estas personas detenidas. El club transalpino era el que había dado la voz de alerta y la fiscalía tenía en su poder unas escuchas telefónicas que, a su juicio, suponen una clara prueba de la estrategia de extorsión.
El crecimiento de la violencia entre los grupos ultras es uno de los problemas que más preocupa en el fútbol italiano.