Victoria balsámica para el Eibar ante un Granada al que le faltó efectividad. Luis Suárez o Jorge Molina pudieron cambiarlo todo, pero el que no erró fue Bryan Gil. Otro partido más de confirmación del canterano del Sevilla, brillante y al fin entregado a la causa del gol.
El extremo no se cansa de recibir elogios, pero es que se los gana. Está explotando definitivamente en Primera y todo le encaja en Eibar. Su estética vintage casa extrañamente con cualidades de jugón moderno y lo hace en un equipo hecho a la antigua y pragmático como el de Mendilibar.
Tirado a la izquierda en el 4-4-2, tardó unos minutos en cogerle el pulso al césped anegado de Ipurua. El aspecto por televisión era bueno, con un color verde vivo y uniforme, pero la realidad era otra. Aguantó bien, pero al balón le costaba la vida rodar. Ahora, cuando el chaval lo descifró...
Prácticamente todo el peligro 'armero' llegó por ese lado. Inui estaba opacado porque el Eibar volcaba su juego por ahí, manteniendo la posesión por decisión de un Granada que optó por jugar al contraataque. Y eso que avisó con la primera, en una llegada de Luis Suárez que rozó el palo.
La primera parte estuvo especialmente dividida. Llegaban ocasiones de los dos lados, con Kenedy buscando la sorpresa de falta y Rui Silva evitando el gol de Sergi Enrich tras el enésimo centro del cedido por el Sevilla.
Pero la agitación llegó en la segunda. Nada más arrancar, el Eibar conseguía adelantarse en un penalti de Yangel Herrera sobre Sergi Enrich. El delantero dejó la pierna y el mediocentro le pateó cuando intentaba despejar. Al disparo fue Expósito, despejó Rui Silva y el balón lo empujó para dentro Bryan Gil.
Se hinchaba aún más de confianza el chaval, que logró la sentencia cuando más sufría el Eibar. Porque Diego Martínez movió ficha, hizo tres cambios y lanzó a su equipo contra la portería rival. A la espalda hacían muchísimo daño Jorge Molina y Luis Suárez.
Ahí es donde se hizo grande Dmitrovic. El portero sacó dos mano a mano y en el 80' llegó el 2-0 en otra dosis de magia de Bryan Gil. El extremo recibió en la frontal, recortó y le pegó con potencia cerquita del poste, allá donde no llegaba un Rui Silva desesperado.
El Granada entregó inmediatamente la cuchara y el Eibar se limitó a gestionar unos últimos minutos donde pudo incluso llegar el tercero, pero el guardamera nazarí se vistió de Dmitrovic para sacarle el mano a mano a Kike García.