Tras sufrir una secuencia calamitosa de resultados (un punto de 18 posibles), y de haber fallado esta temporada hasta cinco penaltis entre Copa y Liga, el colegiado Medié Jiménez pitó este domingo una pena máxima cuando el partido de Ipurua, entre Eibar y Valladolid, ya agonizaba.
Todo parecía formar parte de un guión perverso, pero podía ser un vuelco, un buen punto de inflexión. Un todo o nada. En Pucela los nervios se dispararon. Penalti a favor del Valladolid, ¡oh Dios!. Algunos ni querían mirar pero... ¡pam!, Daniele Verde lo transformó con absoluta solvencia.
Cuando el balón tocó la red caía el minuto 91. De haber fallado Verde el golpe hubiera sido feroz para su equipo, y con 15 días sin partidos por delante para asimilarlo, pero Daniele Verde coloreó el futuro. Así, de golpe.
Con esa transformación del italiano se rompió el gafe y, tocando esa tecla, se afinó el piano entero, ya que el Valladolid encaró de otro modo los cinco minutos que faltaban y se soltó, hasta el punto de asestar un nuevo golpe en la mandíbula del Eibar, el gol de Sergi Guardiola tras una galopada interminable y una sutil caricia al balón, que entró como pidiendo permiso.
El equipo lo celebró recordando, y mucho, la imagen del festejo del tanto de Andrés Iniesta en la final del Mundial de Sudáfrica. En la montonera solo faltaba Xavi Hernández, todo lo demás era prácticamente un calco. Unos lanzándose sobre otros como zambulléndose en una piscina, sin agua pero con alegría.
El Valladolid lo necesitaba y precisamente, hablando de la Selección, era una semana en que tres ex blaquivioletas de una época muy reciente, Kepa, Mario Hermoso y Jaime Mata, coincidían en la convocatoria de España. Sin embargo, el club que les había albergado no hace tanto pasaba por días de absoluta depresión.
Todo se veía gris oscuro, casi negro, hasta que Daniele lo pintó de verde. Lo último en golpear había sido un rosario de lesiones graves, algunas de muy larga duración. El equipo empezaba a ver fantasmas y a pensar que la suerte, intangible pero fundamental en fútbol, le había soltado la mano tras ese final de temporada brutal que protagonizó antes de abandonar en junio la Segunda División con el mismo creador al frente, el entrenador catalán Sergio González.
Tras la victoria, Sergio consideró "una pena" que llegue un parón ahora en la Liga, pero ha insistido en que este resultado les tiene que dar "un subidón".
El técnico suele decir que mientras se es martillo hay que golpear en fútbol, ya que cuando eres clavo "te machacan". Vio en los ojos de sus jugadores que su equipo había pasado, tal vez, de chincheta a mazo. Al menos, mientras no se apague la euforia.
Así es, como dice Sergio, estas gestas encienden la luz y provocan "un subidón". Hay muchas como la de Ipurua, algunas casi olvidadas pero que forman parte de la historia que esconde un club nonagenario y que, con sus achaques, ha alcanzado ya los 1.500 puntos en Primera, aupado al puesto 13 en la relación histórica de la denominada Liga de las Estrellas.
La imagen de un padre y un hijo abrazándose en la grada tras el gol postrero de Guardiola se ha hecho viral. Personifica la fuerza del fútbol, ese deporte en que un pestañeo lo cambia todo. Por cambiar, cambia hasta la percepción de un fin de semana que pasó a ser glorioso para Valladolid en solo tres minutos.
Y la alegría llegó mucho más allá de Pucela porque hay blanquivioletas, como Rasa Bebic, que vive en Novi Sad, Osvaldo Cortés, en Argentina, o Daniel Gilé, en Águilas (Murcia), que lo celebraron en las redes tras ver los comentarios de los aficionados. Uniéndose a ellos.
El caso del último de esos ex jugadores referidos es curioso. No es capaz de apostar online contra su ex equipo y apuesta siempre a favor. Así las cosas, pierde dinero con harta frecuencia. La última vez fueron 50 euros tras haber vaticinado que el Real Valladolid iba a ganar al Real Madrid. El domingo no apostó.
Así es la dimensión del fútbol cuando pasan cosas así, muy de vez en cuando. El Real Valladolid es modesto, pero cuando la letra de su himno llega a esa parte en que dice: "voces que cantan goles y gestas..." se refiere a historias como ésta. Las gestas existen. Y son así.