Macedonia estuvo más preocupada por destruir el juego español que por practicar algo parecido remotamente al fútbol. Esperar al rival y presionarle todo lo posible, durante 90 angustiosos minutos. Y hubiera dado resultado, al menos para 'rascar' un punto, de no haber sido por la pifia de Pacovski en el gol de Mata.: un centro-chut que se coló por la escuadra macedonia, sin que el guardameta hiciera ademán de intentar evitarlo, confiado de que se iría fuera.
La sucesión de faltas (18 en total) que cometió Macedonia tenía como última finalidad el cortar el juego español, privarlo de fluidez, e incluso desquiciar a los jugadores. Lo intentaron por activa y por pasiva con Diego Costa, y a la media hora vio la amarilla por devolver un empujón a su par. Se perderá el próximo partido, contra Luxemburgo. La media hora a mayores que estuvo el hispanobrasileño sobre el campo, antes de ser sustituido por Alcácer, fue más de lo mismo. Le buscaban para que recibiera otra amarilla, merced a otro de sus impulsivos 'prontos'.
El juego duro de los balcánicos no tuvo castigo: sólo recibieron una tarjeta amarilla en todo el encuentro.
España intentó ampliar la renta durante todo el partido, pero de sus doce disparos tan sólo el de Mata fue a puerta. Carvajal casi reedita el tanto de su compañero tras la reanudación, pero esta vez la fortuna acompañó a un Pacovski que de nuevo se limitó a mirar el esférico, el cuál terminó impactando en el poste en vez de entrar. Macedonia, por su parte, no inquietó en absoluto a De Gea, quien tocó más el balón con los pies que con las manos.
Encontró España uno de esos planteamientos del rival que afea su fútbol. Defendiendo con línea de seis sin ningún complejo, anulando los espacios y la brillantez del juego de la vigente campeona de Europa.
Era un día señalado para Diego Costa, con el que Vicente del Bosque insiste esperando el premio. Así lo sentía el punta buscando goles contra su ansiedad. A su incansable esfuerzo encontró pelea y patadas. Discutió con todos, incluido el árbitro que le mostró una amarilla que le impedirá jugar por sanción ante Luxemburgo.
Apostó Del Bosque por renovar el equipo y poblar de centrocampistas 'jugones' el centro del campo. De juntar a Isco y Silva solo puede salir algo bueno, pero ni así. No era el día. España necesitaba velocidad en el toque y variantes que no encontró para romper las líneas del rival.
Regresaba De Gea meses después a disputar un partido oficial, no jugaba uno desde el penúltimo encuentro de la 'Premier' de la pasada campaña. Del Bosque tuvo un guiño a su sufrimiento para intentar facilitar su difícil regreso a Manchester. No le chutaron a puerta. La voluntad de Macedonia, que llegaba de encajar el duro de golpe de perder con Luxemburgo, quedó en una incansable pelea.
Una de las novedades de Del Bosque fue Mata que parecía señalado desde la temprana eliminación del Mundial. Jugó en la derecha, pegado a la banda, posición en la que se ha asentado en el Manchester United. Modificaciones, como la de Cazorla al centro en el Arsenal, que comienza a explotar el seleccionador español. El premio fue inesperado. A los ocho minutos un centro de derecha de Mata acabó en la escuadra con la colaboración del portero.
Había nacido el duelo con abucheos de la afición de Macedonia, que vivía un día de fiesta nacional, y ovaciones a la velocidad de Askovski, el más descarado ante la firme defensa española. Todos buscaban a Diego Costa. Un balón largo de Ramos. Un pase de Silva entre líneas que estrelló en el lateral de la red tras un buen recorte.
Solo Askovski inquietó en alguna acción individual. Un buen gesto técnico provocó la ocasión de más peligro pero Petrovikj chutó arriba. España comenzaba a aburrirse ante el inamovible sistema del rival. Ni perdiendo dejó espacios. A su posesión le faltaba finalización. Nadie chutaba a puerta y cuando lo intentó Isco se estrelló contra el muro.
Diego Costa jugaba su partido particular. Picado con varios jugadores pero sobre todo consigo mismo. Presente en todas las peleas, recibió la amarilla a la media hora por quitarse un rival del medio en su carrera. Se la devolvieron rápido. Una durísima entrada de Petrovikj afeaba el choque. Nada frenaba su ímpetu por brillar. Sin espacios por el centro caía a banda izquierda, no cesaba de pedir el balón y lo intentaba siempre.
El primer acto pudo cerrarse con la curiosa repetición del gol. Desde la misma zona fue Carvajal el que lo lanzó. Pacovski repitió su error y le salvó el travesaño.
Nada provocó la reacción, ni la charla de Del Bosque en el descanso. Si la primera parte fue espera, en la segunda invadió el sopor salvo cuando Macedonia se animó a salir de su cueva y enlazar alguna jugada con buen gusto por el toque que encendió a su afición. No llegaron a inquietar a De Gea porque Hasani rozó el palo con una falta al borde del área y perdonó la mejor acción de su selección a la hora de partido, cuando encontró un balón muerto tras un centro desde la izquierda que estrelló en Ivanovski tendido en el césped.
A España le faltaron ganas y le sobró conformismo. Ni disparó a puerta. Isco no la encontró en un chut lejano ajustado al poste. La orden de más presencia de los laterales se notó con Bernat incorporándose más al ataque y Carvajal, que con un autopase en carrera inventó una acción que no supo concluir Silva.
Se marchó de nuevo cabizbajo Diego Costa, sustituido a la hora de partido por Alcácer, sin quitarse el debate de encima. Ya nueve partidos con España y un único gol ante rivales con los que debía haber explotado unas cualidades que le convierten en referente del fútbol europeo pero no encajan con la Roja.
España le basta con vencer como local a Luyxemburgo para confirmar su presencia de forma matemática en la Eurocopa de Francia.
Así lo sentían los jugadores, que optaron por no arriesgar y dejar pasar los minutos. Busquets, desquiciado por los golpes recibidos tras soltar los pases, era el ejemplo de que había más que perder que ganar. Y ni la entrada de Andrés Iniesta cambió el panorama. El objetivo estaba cumplido. De nuevo sin el brillo y la ilusión que despertó en Oviedo.
España logra así su séptima victoria en este clasificatorio. Y se aprovecha del empate sin goles entre Eslovaquia y Ucrania, lo que hace que ya sean dos puntos los que los separan de los centroeuropeos, y cinco de los ucranianos, terceros clasificados.
Puntuar en el próximo partido, contra Luxemburgo, o que no lo haga Ucrania, precisamente contra Macedonia, clasificará matemáticamente a España para la Eurocopa de Francia.