La profesionalidad no se discute. Ese es el mensaje que han querido enviar los jugadores de Xavi Bartolo al fútbol español. La hazaña que han conseguido es inconmensurable, y en uno de los estadios más complicados de la categoría.
La afición del Málaga estará enfadada. Comprensible. Pero este domingo toca hablar de los futbolistas rojinegros, que están sufriendo la cara más negra del deporte profesional.
De hecho, los problemas económicos del Reus -que está dejando a la plantilla sin cobrar- estuvo apunto de ser el detonador para que se suspendiera su actividad temporal en LaLiga 1/2/3.
Tan solo diez minutos tardó el cuadro catalán en allanar el camino. Hay que decir que la defensa del Málaga, comandada por Pau Torres y Diego González, ayudaron a ello, pues ninguno de los integrantes blanquiazules tuvieron su día.
Borja Herrera cabeceaba al fondo de las mallas un buen centro de Álex Carbonell. Nada podía hacer Munir, que no se lo terminaba de creer. A raíz de este tanto, el Málaga dominó la posesión, pero nada más.
A balones en largo
Cuando un equipo como el de Muñiz suele jugar a defender y a especular con el resultado, el momento en el que tiene que adueñarse del partido y necesita ir al ataque se le atraganta. Y eso le pasa al conjunto malacitano, sobre todo sin un extremo puro como es Ontiveros.
Tras el paso por vestuarios no cambiarían muchas cosas. Eso sí, el técnico asturiano movió el banquillo y dio entrada a Renato Santos y a Hugo, que se estrenaba con la primera plantilla.
Una pena máxima ayudó a Gus Ledes a poner tierra de por medio para su equipo. La Rosaleda no se lo podía creer. Además, Pol Freixanet despejaba todo el peligro que se acercaba a su portería.
Faltaba la guinda para el partidazo del Reus. Querol la pondría al rematar de primeras y con una excelsa calidad un envío a la espalda de la defensa malacitana. La gesta se había consumado. El resultado no se movería, para desesperación de la hinchada malagueña, que ve cómo los suyos dan un paso atrás gigantesco.