Había temporal en tierras catalanas y ello retrajo a mucha gente a Montilivi. Sin embargo, el auténtico fenómeno atmosférico fue el ciclón amarillo que asoló la portería de Juan Carlos en la segunda mitad.
La iguladad en la primera parte, en la que sobrevivió el Girona porque el Villarreal no encontraba el pedal del acelerador, fue un espejismo de lo que iba a ocurrir. El barco de las sorpresas coperas no tenía pasaje para los de Martí, que parecían tener los cinco sentidos puestos en la categoría de plata.
El paso por los vestuarios desnudó la actual diferencia entre ambos conjuntos. Aunque fue en el intercambio de golpes cuando se desniveló la balanza. Funes Mori fue el que abrió en la lata en combinación de los centrales: peinó en el primer palo Pau Torres, sentenció su socio en el segundo.
Ahí se abrió el tiroteo. Casi de inmediato Juan Carlos evitó el 0-2 de Cazorla. El asturiano resolvió esa deuda pendiente en el minuto 70, merced a un disparo cruzado en franca posición para marcar.
Casi sin tiempo para plantearse la épica, Chukwueze remató exhibiendo el catálogo de sus talentos. Tan bonita fue su acción individual que el poco público de Montilivi no dudó en ovacionarle.
No necesitaba derrochar más gasolina el Villarreal con 0-3 y 20 minutos por delante, pero la fortuna se alió con el Girona para evitar que quedara como último recuerdo de esta Copa una goleada en contra muy dolorosa.