Riazor sabía lo que se avecinaba. A falta de las típicas cuentas por la zona alta, ya sea en la lucha por el título o para entrar en Champions, LaLiga se asomaba a su zona más baja en un viernes que, aunque fuera de tiempo, prometía ser de dolores para alguno.
Hablar de justicia o injusticia tras 31 jornadas de competición puede ser atrevido. La tabla refleja los promedios, diferencias y, al fin y al cabo, los merecimientos de cada uno. Y Deportivo y Málaga, por méritos propios, llevan todo el año viviendo entre miserias deportivas.
Hasta hoy, los aficionados de gallegos y andaluces habían formado un cuadrangular por la permanencia junto a Levante y Las Palmas, con un vencedor final y tres perdedores que se despedirían de Primera. Pero, desde hoy, la salvación ya es cosa de tres.
Y eso que el Málaga no dejó mala imagen en Riazor, pero ya es tarde para maquillajes. Sólo los tres puntos servirían a los blanquiazules para seguir con la esperanza una jornada más, pero el Deportivo le arrebató ese sueño y, hasta mayo, lo vivirá en sus carnes.
Casualidades decisivas
El Deportivo respiró al poco tiempo de empezar. Luis, que parece haber olvidado su nivel del pasado, cometió penalti sobre Lucas Pérez y éste, tras toda una vuelta sin marcar, puso el 1-0 desde los once metros. Desde La Rosaleda no veía puerta el ex del Arsenal.
La historia se rizó aún más con el empate del Málaga. Lo merecían los andaluces, que con En-Nesyri y Rolan tomaron la iniciativa del choque ante el conformismo de un agazapado y tedioso conjunto gallego.
Al filo del descanso, y entre imprecisiones y despropósitos que parecían justificar constantemente la situación de ambos, Guilherme, con su diana en propia puerta, dejó a Rolan sin marcar en el que, según dicen, será su hogar el próximo curso. Esperanzas renovadas y vuelta a empezar.
45 minutos de vida
Ese fue el tiempo que, como si de un doctor se tratase, le concedió el destino a los protagonistas. Roberto siguió librándose de la quema anual y evitó que la balanza se inclinase hacia los locales con una genial mano ante Albentosa, ex malaguista que no se creía la reacción del meta.
El 1-1 obligaba a ambos a arriesgar, aunque fueron los de Seedorf los que se adelantarían de nuevo. Adrián, otro viejo conocido del Málaga, daba un mazazo casi definitivo a las esperanzas andaluzas a 20 minutos del final. Otra casualidad que aún sería mayor en la recta final.
Sin apenas tiempo para llantos, los de González se secaron las lágrimas y volvieron a empatar. Orgullo, al menos, no les está faltando en este tramo final del campeonato. Samu García, con pocos minutos este año, asistió a Rolan para que, ahora sí, le marcase a 'su' Dépor. Y sí, hubo celebración.
Cuestión de centímetros
Centímetros. Los mimos que separaron a En-Nesyri del 2-3 que rozó el Málaga tras su arreón. El larguero dejó con las manos en la cabeza a los seguidores visitantes. La mejoría antes de la muerte, que se llama.
Pero si antes hablábamos de casualidades, la definitiva llegó con el doblete de Adrián, un futbolista que a punto estuvo de recalar de nuevo en La Rosaleda este verano. Un golpe a centímetros del palo que terminó de mandar al limbo la fe de una afición que ya debe ir asimilando la crónica de una muerte anunciada.
La otra, la de los coruñeses, ya estará pulsando de nuevo teclas, jugando a adivinos y retocando un cuadrangular que, desde hoy, ya es un triangular. Un triuangular con la salvación como premio.