El fútbol suele ser un canal inmejorable para darle ejemplo a la sociedad. Por eso la FIFA pone mucho énfasis en las campañas contra el racismo y por eso la semifinal entre Francia y Bélgica se presenta como la mejor campaña contra todo lo que está ocurriendo en el Mediterráneo.
Los problemas migratorios que tiene Europa están conformando una especie de oleada racista que dista mucho de los ejemplos reales que existen en muchas de las sociedades del mundo y, sobre todo, de Europa.
La pluralidad está a la orden del día y el Francia-Bélgica lo representa a la perfección. Hasta 26 futbolistas cuentan con una segunda nacionalidad y un total de 15 países estarán representados en el partido junto a los colores de Francia y Bélgica.
Orígenes de todo tipo. Desde España, Kosovo y Portugal hasta Guadalupe, la RD del Congo o Filipinas. Argelia, Mali, Marruecos, Togo o Senegal son otras de las nacionalidades que también tendrán un pedacito de sí mismas en las semifinales de este Mundial de Rusia.
Sin duda, Francia y Bélgica son las dos selecciones que mejor reflejan el estado actual de las sociedades y la normalidad que aporta el fútbol. Todos crecieron bajo el amparo francés y belga, y ahora representan unos colores que han venido defendiendo desde las categorías inferiores de cada selección.
Mbappé, Kanté, Umtiti, Pogba, Lukaku, Fellaini, Witsel o Chadli tienen sangre y lazos con otros países. Hoy defienden a Bélgica, su patría futbolística e incluso de nacimiento para muchos. Tristemente, aún se le sigue juzgando por esto, pero cuando pisan el verde y escuchan juntos el himno, ponen también su granito de arena para alcanzar un mundo mejor.